Panamá, 14 may (PL) La sensación de sentirse atacados crece en la sociedad panameña, y se desliza, además, en el sutil discurso político del Gobierno, tras episodios mediáticos que estigmatizan al país con la repulsiva lista de paraísos fiscales.
Un titular del diario La Estrella es elocuente: «Francia se radicaliza: Panamá es el enemigo».
El texto resume las declaraciones del ministro galo de Economía, Michel Sapin, durante la Cumbre Mundial Anticorrupción, celebrada en Londres esta semana, en la frase: «Panamá supone para nosotros, colectivamente, un enorme problema».
Y según el periódico, el Ministro dijo, además, que «el resto del mundo está convergiendo en la aplicación de medidas de transparencia. Así que Panamá acabará por ser el único, el último, en favorecer a gran escala lo que condenamos».
Preguntado por periodistas sobre el tema, el presidente panameño, Juan Carlos Varela, opinó que Francia «está viviendo momentos políticos difíciles, probablemente hasta división interna en su propio Gobierno, porque las señales que recibimos son mixtas», algunas de acercamiento y satisfacción por nuestras actitudes.
«Yo espero que los funcionarios franceses no sigan haciendo declaraciones que dañe la imagen del país, si no, nos tocará a nosotros avanzar en medidas diplomáticas y exigir respeto a Panamá», expresó el mandatario.
Hace apenas unos días la canciller panameña, Isabel de Saint Malo, envió una carta a Kosie Louw, presidente del Foro Global, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en la cual el país se comprometió aplicar parte de las exigencias de esa institución (a la cual no pertenece) respecto al intercambio automático de información fiscal, pero de forma bilateral.
La reacción de la OCDE fue de beneplácito, con la objeción de que sea multilateral con quienes integran la organización, sin que medien convenios previos, aunque los acuerdos del Foro reconocen como válida la propuesta de la nación istmeña.
«Sería conveniente que las autoridades panameñas resistan los embates de los cuales está siendo objeto por parte de algunos países, principalmente las naciones de la OCDE», expuso a una televisora local el analista internacional Juan Carlos Hidalgo.
Definió a la organización como un «cártel de países de infiernos fiscales», de los cuales la gente trata de escapar porque las tasas impositivas son confiscatorias en algunos casos, como Francia, que aplicó impuestos del 75 por ciento sobre los altos ingresos y para eso sirven los llamados «refugios fiscales», dijo.
Proteger a toda costa la confidencialidad de los clientes de la plataforma financiera y legal del país, aunque con el debido control y conocimiento de las operaciones que realicen e identidad de los beneficiarios, es el motivo del recelo de las autoridades a entregar información sensible que puede ser utilizada para objetivos innobles.
Ese es el punto esgrimido por los europeos para atacar la transparencia de Panamá y su disposición a cooperar con la persecución de los evasores fiscales, mientras apremian a sus ciudadanos porque en otros países esconden fortunas de los altos impuestos del denominado viejo continente, según opiniones de abogados locales.
Los embates mediáticos arreciaron tras el escándalo Panama Papers, que estalló precisamente en Europa y el más reciente con la inclusión en la Lista Clinton de lavado de activos a dos grupos de empresas asentadas en esta nación.
Elucubraciones aparte, ambas acciones actuaron contra los mismos objetivos apenas unas semanas después que Panamá logró convencer al Grupo de Acción Financiera Internacional del blindaje legal creado en el país para protegerse del crimen organizado, y lo sacaron así de su lista gris.
Para algunos analistas se trata de una componenda internacional de redistribución de zonas de influencias y cambiar reglas del juego en el sistema económico mundial, en el cual el Istmo podría disminuir su protagonismo en la plataforma de servicios financieros y legales, creada con el consentimiento de los grandes intereses internacionales.
Puede que esta también sea la percepción del propio Varela, cuando recientemente dijo airado: «no creo que esté bien, que si las grandes potencias quieren pelear, usen Panamá como un territorio para esa pelea», después de sutilmente reconocer que los escándalos no parecieran casuales.
Varios expertos comienzan a perfilar la hipótesis del posible escenario en que el país pudiera ser despojado de su cartera de servicios, para favorecer jurisdicciones insaciables de algunas potencias como Estados Unidos, mientras otros deslizan la idea de que el experimento del modelo funcionó en el pequeño Istmo y ahora corresponde la gran escala.
El economista local Juan Jované lo enfoca de otra manera, al sentenciar el «agotamiento del modelo económico panameño y la necesidad de cambios profundos en el futuro mediato».
‘Infiernos fiscales’: todos contra Panamá
Por Osvaldo Rodriguez Martinez