Hubo un pez que tenía la punta
de una gran madeja de hilo,
cada vez que jalaba la cuerda
a cierta distancia encontraba
un fuerte y cerrado nudo,
midiendo la distancia
adivinaría cuantos nudos,
calculó volumen y diámetro,
tuvo a bien ciegas expectativas,
cada que desataba un nudo,
tomaba su tiempo en desatarlo
y así teóricamente dedujo
la distancia promedio de ellos,
que encontraría en la madeja.
Ese pez tenia trabajo de por vida,
pues la gran madeja no tenía fin
hizo deducciones y nueva medidas,
pero fin a la madeja no se le veía,
cada pez tenía su propia madeja
por tal razón los de su especie
se encontraban desatando nudos,
al final se acostumbraron a su tarea
finalmente se sintió propietario
de su costumbre de desatar nudos,
asumió que cada pez era dueño
y propietario de una bola de hilo.
Para remediar semejante absurdo
y tarea tan vana e injusta
de los peces desata nudos,
se crearon leyes exclusivas
para abolir la propiedad
y así los peces no tuvieran
que vivir casi exclusivamente
desatando los nudos de la madeja,
finalmente la medida exterminó
a los peces que desataban nudos.
*Imagen: pintura de Leonora Carrington