Por Salvador Álvarez
Después de la Segunda Guerra Mundial, el arte japonés rompe con la tradición. Los cineastas del país del sol naciente son influenciados por la nueva ola en 1968 y buscan nuevas formas de expresión a través del séptimo arte.
“En el contexto de la nueva ola del cine japonés, es muy importante la década de los sesentas. En 1968, cineastas como Shinsuke Ogawa, Nagisa Oshima, Yoshishige Yoshida, Masahiro Shinoda, Shohei Imamura, jóvenes estudiantes que en ese entonces, experimentaron con cine de corte social”, comentó el director de cine japonés, Hirasawa Go.
Una cinta revolucionaria en los años sesentas es El hombre que se desvaneció, filme pionero en el género falso documental de Shohei Imamura.
«La gente pensaba que el falso documental era real, por lo tanto podemos ver la realidad tal cual es. Imamura trata de ser provocativo y explica la vida cotidiana y como se plasma en un documental».
Para Hirasawa Go experto de la Nouvelle Vague japonesa, El diario de un ladrón de Shinjuku, es el grito de una generación en contra del sistema.
«En 1968, Shinjuku era el espacio más importante de Tokio, en donde seconcentraban activistas estudiantiles, artistas y hippies reunidos ocupando la estación principal. El director busca retratar esta atmósfera en Diario de un ladrón de Shinjuku, propone establecer esto como parte del rodaje y de la narrativa. La película nos permite saber como era el Japón de 1968″
La nueva ola de los sesentas lleva a Japón del celuloide a la realidad, una ida y vuelta que no conoce el paso del tiempo.