La leyenda de Federico García Lorca comenzó hace 80 años

Los dramaturgos Rodrigo Johnson y Diego Sosa destacan uno de los rasgos de la obra del escritor granadino que más interés reporta a las nuevas generaciones: el surrealismo.

(N22) Sus restos mortales están revueltos en una fosa común junto con los de tantos otros fusilados, hace 80 años, en las afueras de Granada.

Eran los albores de la Guerra Civil española. Federico García Lorca había regresado a su tierra natal unos días antes de que estallara la sublevación militar contra la república, y que le costó la vida. Tenía 38 años.

En entrevista con AgenciaN22, el dramaturgo Rodrigo Johnson señaló, en ocasión de este aniversario luctuoso, que “el poeta no quedó trunco, quedó trunco el dramaturgo. Nos mataron a un poeta hecho y derecho y a un dramaturgo en ciernes”.

Duelen las condiciones en las que murió. A decir de su biógrafo, el historiador Ian Gibson, Federico es el poeta y dramaturgo español más amado y traducido de todos los tiempos.

El dramaturgo Diego Sosa, también en entrevista, opinó sobre el trágico deceso del poeta granadino: “Sí es una tragedia, sí es terrible, sí perdimos, como bien decía Rodrigo a un poeta ya hecho y a un dramaturgo en ciernes, pero también está esta obra que nos deja y esa es la que vale.”

A juicio de Rodrigo Johnson, en el teatro de Lorca se advierte una evolución de lo rural, costumbrista y didáctico, hacia el surrealismo.

«El público es una obra completamente surrealista donde aparece un personaje con cuatro cabezas de caballo y tocando panderos; y la Comedia sin título es una obra de teatro adentro del teatro ya con un tema revolucionario: el teatro es bombardeado, es casi premonitoria la obra de lo que va a ocurrir en España con la Guerra Civil y con su fusilamiento.”

Al margen de las obras más conocidas y montadas de Lorca, como Yerma,Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, a Diego Sosa le atraen más las obras francamente surrealistas.

El paseo de Buster Keaton es a los ojos de muchos académicos una confesión de Lorca, es casi una aproximación a decir soy homosexual. Pero también es una obra que está plagada de surrealismo, la primera escena es un gallo, y tal cual dice: «El gallo… ki-ki-ri-ki-ki» y sale Buster Keaton jalando a cuatro niños hechos de madera y los mata. Y dice ‘se han muerto qué pena’, toma su bicicleta y se va a pedalear.”

Esta inclinación de Lorca por las vanguardias ya estaba presente durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde trabó una gran amistad con Salvador Dalí y Luis Buñuel.

“El punto es que si uno se pone a ver el poema de la ‘Oda a Salvador Dalí’ uno ya empieza a encontrar esos tintes surrealistas que después tendrán ya un efecto muy pleno en su teatro particularmente surrealista”, explicó Diego Sosa.

¿Cómo abordar la obra de García Lorca ya entrado el siglo XXI?

Rodrigo Johnson respondió así a esta pregunta: “Faltaría una visión fresca, tal vez  falta alguna nueva generación de directores, de actores que le pierdan el miedo y lo desempolven, y empiecen a experimentar y a jugar con él que, como sabemos, es justamente eso, él era un hombre muy juguetón muy abierto, muy curioso.”

“¿Qué nos deja? –continuó-, bueno, nos deja estos enormes personajes como Yerma, como Bernarda Alba, la zapatera.”

Para estos dos dramaturgos, el legado de Federico García Lorca está a nuestro alcance.

“Lorca es un poeta que buscó la pureza de la palabra a través de la música. Si uno lo lee nada más así, pues se pierde esa parte, pero si lo lees en voz alta y te escuchas leyendo de pronto te mete en este mundo que estoy seguro reproducía cuando juntaba a todos sus amigos en la Residencia de Estudiantes”, concluyó Diego Sosa.

Mientras que Rodrigo Johnson apostó: “Yo le recomendaría eso a un joven lector: que se compre una botella de vino y se ponga a leer a García Lorca y a platicar con él.”

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