Por Julian Santiesteban
Ahora que los quintanarroenses tratan apenas de comprender los alcances de la alternancia partidista en el poder, y cuando ha transcurrido apenas una semana de que Carlos Joaquín González asumiera la gubernatura, actores y partidos políticos preparan ya la siguiente contienda electoral; así que mientras los ciudadanos esperan resultados, es muy probable que reciban, de nuevo, promesas.
La alternancia, hasta ahora, pocos cambios ha mostrado, las designaciones en el gabinete han transcurrido muy lentamente y no se ve nada extraordinario en ellas, sólo el cumplimiento de acuerdos políticos; acaso lo más novedoso, por las reacciones que ha generado entre los simpatizantes del nuevo gobierno, es la inclusión de reconocidos personajes ligados al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que fue el “enemigo” a vencer en la contienda del 05 de junio. En el gabinete legal se observan funcionarios con preparación académica suficiente, acorde por cierto a las tareas conferidas, pero en el ampliado es más evidente el cumplimiento de “cuotas”, y los perfiles no necesariamente son idóneos. El beneficio de la duda.
Aun así, Quintana Roo no será el mismo, pero no sólo por la alternancia, sino porque la configuración geopolítica en la que los actores competirán por el poder ha cambiado, pues ahora son once y no diez los municipios, y serán cuatro y no tres los distritos electorales federales, además de que, derivado de las reformas federales, alcaldes y diputados locales podrán reelegirse y los distritos locales están más concentrados en el norte de la entidad; así de profundos son los cambios, aunque los políticos sean los mismos, a una semana, por cierto, de que los quintanarroenses celebren el 42 aniversario del estado.
Con lo anterior como contexto local, y también con los nuevos ayuntamientos apenas instalados el 30 de septiembre, los actores políticos se preparan ya para el siguiente proceso electoral que será en el 2018, y la misma dinámica existe en todo el país, pues se renovará la Cámara de Diputados y la Presidencia de la República, y aunque el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) dará inicio formal al proceso en septiembre de 2017, la competencia entre los actores políticos ya inició.
Las elecciones en sí mismas no son malas, constituyen el mecanismo indispensable para la renovación de autoridades, el problema radica en que los mexicanos vivimos permanentemente en proceso electoral; por ejemplo, en Quintana Roo habrá elecciones en 2018, pero también en 2019, con una pausa de dos años, para de nuevo acudir a las urnas en 2021, y luego en 2022. Pero recuérdese que los procesos duran aproximadamente diez meses, de manera tal que los años cuando no hay elección, las instancias electorales las están organizando y por supuesto los actores construyendo candidaturas y alianzas, pero entonces, ¿cuándo gobiernan los triunfadores?
Como muestra de lo anterior, baste decir que, por la homologación de la normatividad electoral, los once alcaldes quintanarroenses durarán en su encargo dos años; pero si alguno de ellos pretende reelegirse o contender por algún otro cargo de elección popular, su administración será máximo de un año y medio, pues deberán solicitar licencia cuando inicien las próximas campañas, que será a principios de abril de 2018; luego entonces ¿qué tipo de gobierno o acciones puede realizar una administración que dure ese tiempo?
Por lo ya expresado, no se haga el lector demasiadas expectativas con respecto a los gobiernos municipales, pues si acaso algo logran será la normalización y mejoramiento de los servicios públicos –aunque en la coyuntura eso es ya bastante-, pero la escasez de recursos y tiempo limitarán la obra pública; y en lo que se refiere al gabinete estatal, veremos cuántos de los actuales funcionarios “tiran el arpa” para ir en busca de algún cargo de elección popular. Insistimos, ojalá se den tiempo también de gobernar; así se observa dese aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.