Solo cuestión de formalizarla

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Se dice que el comercio en el ser humano es tan antiguo como el mismo hombre, en donde el trueque fue el concepto de la moneda, mucho antes del invento del dinero.

Pero no por ser sencillo su manera de comercializar, el trueque; siempre ha enfrentado a diversos problemas que demerita y redunda en la economía de quienes se dedican a ello.

A pesar de que los comerciantes se han unido por aminorar de alguna manera los estragos que se derivan de esta problemática; las vicisitudes se incrementan con forme a esta actividad toma más auge y sigue arrastrando la problemática que se hace imposible desligar de esta función.

En la actualidad dos de los principales factores que flagelan el comercio son el ambulantaje que se incrementa con el constante desempleo, la recaudación de cada más dinero a través de impuestos y la creación de nuevas leyes o reformas fiscales que en lugar de ayudar hacen todo lo contrario desanimo el pago tributario resumiéndose todo lo que conlleva en el criadero de la economía informal.

Aunado a este arraigado fenómeno que ya es considerado como parte de la economía del país, se incluye la piratería.

Ante la problemática cuyos únicos perjudicados resultan ser los comerciantes formales y establecidos, los que sí contribuyen con la federación y que éstos fenómenos les significan una competencia desleal; actúa en consecuencia la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicio y Turismo, para contrarrestar éstas anomalías que obstaculizan el verdadero comercio y lastiman la ya de por sí deteriorada economía del país.

La copia de marcas comerciales, mejor conocido como piratería, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades competentes de México y cínicamente quienes se dedican a esta ilícita actividad la realizan en los sitios donde las marcas extranjeras sí pagan sus derechos de explotación de sus productos, principalmente en las playas y puntos turísticos de México.

A lo largo de las décadas la economía mexicana ha transitado por etapas de crisis recurrentes, lo que ha mermado el poder adquisitivo de los consumidores, aunado a ello, la disparidad de nuestra moneda con la extranjera y la inequidad en la distribución de la riqueza.

La debilidad mostrada por la economía nacional, para generar empleos mejor remunerados, aunado al crecimiento de la población total y de la población económica activa, ha dado lugar al surgimiento de miles de micro comercios legalmente establecidos como única opción de supervivencia.

Arriba del 90 por ciento de los comercios del país son micro y pequeños, con una tasa de empleo entre una y cinco personas. El comercio grande, es decir, los grandes empresarios y corporativos sólo representa el 1.1% del total, y la diferencia pasan la población desempleada.

La falta de competitividad existe porque los pequeños comercios no tienen capacidad para generar los niveles de inversión necesarios para crear las estructuras competitivas y de tecnología requerida, para enfrentar el ambiente competitivo de la actividad.

Por otra parte, el fenómeno del ambulantaje y comercio informal es un problema, que al paso de los años se ha agudizado en nuestro país, afectando no solo al comercio formalmente establecido, sino a consumidor, autoridad fiscal y la sociedad en general.

La subsistencia en su derecho natural, pero al percibir dinero con ventas callejeras en nuestros días se ha convertido en un serio problema y se hace urgente la actuación de las autoridades para frenar este ilícito mediante una solución que no lastime la economía de nadie y todo se efectúe bajo los cauces legales.

Los índices de la CONCANACO, con respecto a las personas que se dedican al ambulantaje son cada vez más elevadas y con tendencias alcistas.

Las autoridades correspondientes deben intervenir con firmeza para no permitir que las calles ya avenidas sean bloqueadas y ocupadas por vendedores ambulantes, siendo cada vez más recurrentes en fines de semanas en especial el domingo con los famosos tianguis y todo tipo de venta de comida chatarra o frituras, es decir, encauzar el ambulantaje a la formalidad y facilitar la tramitación para ello, sin tantas complejidades para la recaudación por un método sistematizado.

Crear conciencia en los puesteros ambulantes sobre lo perjudicial que resulta sus actividades, lo que afecta los ingresos tributarios en detrimento de la aplicación de inversiones para obras.

Esta práctica desleal obstaculiza la vialidad vehicular y peatonal, distorsiona la imagen turística de las ciudades, no ofrece garantías al consumidor, evade impuestos, provoca inseguridad como es el caso del Tepito, y todos aquellos lugares que se les abre un espacio para vender fayuca y producto pirata, además de dañar el medio ambiente, etc.

Para aminorar el fenómeno del ambulantaje se puede logar si nuestro país está dispuesto a reactivar el desarrollo del aparato productivo, generar empleos formales sin el castigo de la doble tributación, fortalecer el poder de compra de los habitantes, mejorar el ingreso real de la población, y la distribución equitativa de la riqueza, estimular el consumo interno, promover el ahorro y la inversión, profundizar en el proceso de simplificación hacendaria, y desregulación de la actividad económica, desarrollar programas educativos acordes con los estándares laborales de la actualidad y no populistas que a final resultan ser paternalistas y caritativas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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