Resultado de uno de los procesos de ratificación más rápidos en la historia reciente de los tratados internacionales, el Acuerdo de París sobre Cambio Climático entró en vigor el viernes 4 de noviembre del año en curso.
Adoptado al finalizar los trabajos de la vigésimo segunda Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 21) celebrada en París, Francia, en diciembre de 2015, el ambicioso tratado tiene por objetivo mantener el incremento de la temperatura promedio mundial por debajo de los 2°C, con la intención de limitar tal aumento a 1.5°C.
De conformidad con las disposiciones del Acuerdo, para su entrada en vigor se necesitaba la ratificación de por lo menos 55 países que representaran, al menos, el 55 por ciento de las emisiones globales de efecto invernadero (GEI). Abierto para la firma de los Estados el 22 de abril del presente año, la comunidad internacional alcanzó superar estos dos umbrales en septiembre y octubre, respectivamente.
México, por su parte, depositó su instrumento de ratificación del Acuerdo el 21 de septiembre –durante el evento especial de alto nivel al que convocó el Secretario General de las Naciones Unidas– después de que fue aprobado por el Pleno del Senado de la República el día 14 del mismo mes, con 87 votos a favor, cero en contra y cero abstenciones.
De acuerdo con el documento informativo, publicado el 3 de noviembre por el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República, la entrada en vigor del Acuerdo de París conlleva importantes implicaciones respecto a su implementación.
En primer lugar, destaca el inicio de los trabajos de su órgano de gobierno –la Conferencia de las Partes en calidad de Reunión de las Partes del Acuerdo de París (CP/RA) – cuyo primer período de sesiones se celebrará en el marco de la COP 22 que se llevará a cabo en Marrakech, Marruecos del 7 al 18 de noviembre.
Segundo, el Centro señala que las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional (INDCs, por sus siglas en inglés) –presentadas anteriormente por las Partes de la Convención Marco– se convertirán en compromisos concretos al convertirse en contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs).
México, cabe resaltar, fue el primer país en desarrollo en presentar sus INDCs en marzo de 2015 y, como consecuencia de la entrada en vigor del Acuerdo de París, las metas incluidas en su plan de acción climática se transformaron a partir del 21 de septiembre en compromisos específicos para el país. De acuerdo con sus NDCs, México se comprometió de manera incondicional a reducir sus emisiones de GEI y de contaminantes climáticos de vida corta en un 25 por ciento para el año 2030.
Por último, afirma que a partir de la entrada en vigor del Acuerdo deberá garantizarse la movilización de flujos financieros para apoyar a los países en desarrollo en sus esfuerzos de mitigación de emisiones y adaptación al cambio climático. En el marco de la COP 21, conviene recordar, se llegó a un compromiso para que los países desarrollados destinaran 100 mil millones de dólares a aquellos en desarrollo y se alentó a los primeros a establecer una hoja de ruta para movilizar dicha cantidad para el año 2020.
Posteriormente, el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques plantea desarrollos recientes relacionados con el combate al cambio climático, en el marco de organismos multilaterales y foros internacionales; asimismo, se refiere a los efectos adversos del cambio climático en relación con los desastres naturales, la seguridad alimentaria y la pobreza.
Por ello, concluye destacando la interrelación que existe entre los compromisos adoptados por la comunidad internacional en el último año y medio. En este sentido, el cumplimiento de los objetivos del Marco de Sendai para la Reducción de Desastres, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre Cambio Climático se refuerzan mutuamente y constituyen elementos cruciales para atender los desafíos que enfrenta hoy en día.