Roma, 18 nov (PL) El impacto del cambio climático en la agricultura destruye los esfuerzos realizados hoy en el mundo para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición.
Encontrar soluciones a los desafíos globales como la alimentación, el cambio climático, el empleo, la desigualdad y la biodiversidad están entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por Naciones Unidas para 2030, apenas dentro de 14 años.
Al menos el 22 por ciento de los desastres naturales afectan el sector agrícola, pero los eventos relacionados con el clima alcanzan al 25 por ciento de los países en desarrollo, donde las tres cuartas partes de la población viven de la agricultura, la ganadería, la pesca y la silvicultura.
Múltiples son las medidas necesarias para enfrentar esta situación como el establecimiento de políticas públicas adecuadas, una redistribución más justa de bienes y servicios, la universalización en la cobertura de los servicios de educación, salud, vivienda y seguridad social.
Sobre estos y otros aspectos se enfocan los programas y acciones de las agencias de Naciones Unidas como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), además de organizaciones humanitarias no gubernamentales.
Sucede que los esfuerzos por salvar al planeta No son parejos, y las naciones tradicionalmente expoliadas y saqueadas por las grandes potencias, son hoy las necesitadas de mayor ayuda para salvarse de una catástrofe que NO provocaron.
El acuerdo adoptado en 1980 por los países industrializados en el seno de las Naciones Unidas (ONU) de apoyar a los países pobres con el 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) solo lo cumplen Suecia, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca y los Países Bajos.
El objetivo de la llamada Alianza Oficial al Desarrollo (AOD) era reducir a la mitad el número de pobres en el planeta como meta del milenio para 2015.
Empero, datos de la FAO señalan que la cifra de personas subalimentadas, eufemismo para referirse a los hambrientos, en el mundo desde 1990-92 hasta el presente descendió en 216 millones, un 21,4 por ciento. Luego entonces, la meta del milenio se incumplió en casi un 30 por ciento.
En tal sentido, según la organización internacional NO gubernamental, The One Campaign, un tercio de las donaciones fueron a los territorios más atrasados, la mayoría de los cuales se encuentran en el África Subsahariana, contrario a la norma que las naciones más pobres deben recibir el 50 por ciento de las contribuciones.
Pese a los progresos, aún modestos, para la FAO el hambre constituye un desafío cotidiano para casi 795 millones de personas en el mundo, de ellas 780 millones viven en las regiones en desarrollo, lo cual significa que uno de cada nueve habitantes del planeta carece de alimentos suficientes para tener una vida sana y activa.
Más de 232 millones de africanos y 34,3 de latinoamericanos y caribeños, sobre todo en las zonas rurales, padecen hambre por falta de medios para acceder a los alimentos disponibles en la cantidad y calidad requerida.
Sin embargo, la propia FAO sostiene que el mundo produce el alimento necesario para satisfacer las necesidades de 12 mil millones de personas. Por tanto resulta difícil de entender que un 15 por ciento de la población, a nivel global, esté compuesta por hambrientos.
Para erradicar ese flagelo en 2030, se necesitan unos 267 mil millones de dólares anuales más e invertir en las zonas tanto rurales como urbanas y en la protección social, además de asegurar que los pobres tengan acceso a los alimentos y puedan mejorar sus medios de vida, según José Graziano Da Silvia, director general de la FAO.
El Papa Francisco, por su parte, señaló que la preocupante repercusión del cambio climático «nos recuerda la grave responsabilidad ética y moral de actuar sin demora, de la forma más libre posible de presiones y económicas, superando los intereses y comportamientos particularistas».
En un mensaje a la Conferencia COP 22 que concluye hoy en Marrakech, el Sumo Pontífice pidió preservar «el mismo espíritu de colaboración y propuestas» del encuentro de Paris, en torno a un tema que «incide en toda la humanidad, en particular en los más pobres y las generaciones futuras, que representan el componente más vulnerable».
Cambio climático, desigualdad y pobreza, triada fatal
Por Silvia Martínez