Con la detención del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, inició por redes sociales una polémica sobre qué partido tiene los funcionarios o exfuncionarios más corruptos. Y ese es el problema de todos los mexicanos, que andamos culpando a todos de la corrupción y la impunidad que impera en México. Y no debería ser así.
Para empezar, la corrupción y la impunidad no son la causa de todos nuestros problemas, son solo la consecuencia de una pérdida de valores de la sociedad mexicana. Porque hace tiempo perdimos los valores cívicos y políticos que no permiten que la opción del joven y el adulto sea por el camino de la honestidad.
Los políticos y gobernantes corruptos como Javier Duarte no vienen de la luna, pertenecen a una sociedad en donde estamos todos y, por ende, nos toca tanto lo bueno y lo malo. Antes se le echaba la culpa al PRI de todos nuestros males porque era el partido hegemónico, pero ahora que se ha democratizado el país, también se ha democratizado la corrupción, por eso ahora que oímos que algún gobernante o político cometió un ilícito puede ser de cualquier partido político.
Nos confundimos también porque hemos avanzado con instituciones como el INE y el TRIFE en la democracia formal, pero en la democracia social estamos muy atrasados. Y un país sin educación democrática, educación cívica y, para acabarla, con pobreza, pues es un semillero de pillos.
En México a los niños y a los jóvenes de hoy no se les enseña a ser demócratas, al contrario, hoy se les enseña a no tomar el camino de la ley. Por ejemplo, hay maestros que dan clases como marca la razón y la ley, pero hay maestros que dan clases de violencia y vandalismo, enseñan a no ser demócratas y a violar las leyes.
Es conveniente tocar en diferentes foros el tema educativo y de valores de lo contrario estamos perdidos. Se podrán estar denunciado y atrapando a cientos de gobernantes corruptos todo el tiempo. Podremos mandar al ejército a las calles para tratar de acabar con la delincuencia. Se pueden hacer centenares de marchas en contra de los temas que nos indignan. Los legisladores podrán aprobar centenares de reformas. Podremos votar por la oposición para que nos gobierne, pero si no hay hombres que se les enseñe desde el principio valores transcendentales del bien ser y del bien vivir, no habrá leyes y gobiernos que puedan salvar a este país.
La propuesta es una cruzada nacional educativa, cultural y de formación de valores para superar estos males. Empecemos por cambiar nosotros mismos y rescatemos los valores de aquella antigua sociedad que extrañamos tanto, donde el valor y el respeto a la palabra era una práctica común, donde se respetaban las firmas y las leyes. Todos somos parte de esta problemática y todos estamos obligados a revertirla. No centralicemos las obligaciones en las autoridades, tanto ellos como nosotros somos responsables en cada medida. Reitero, la corrupción y la impunidad son el resultado de una falta de valores que se tiene que combatir de raíz: con la educación.