Caracas, 28 may (PL) Entre algunos venezolanos existe la percepción hoy de que el gobierno llegó al límite de la tolerancia, ante lo cual se hace necesaria una respuesta contundente a aquellos que propagan el terrorismo y el odio entre la población.
Un prominente analista local, del que guardamos el anonimato, nos comentaba que en 15 días la situación se deterioró tanto que solo se imponía una respuesta popular a los promotores de las acciones que se acercan al fascismo y que pululan ahora en manifestaciones y hechos de violencia impulsados por grupos adversos al gobierno.
La fuente opinó que las Fuerzas Armadas deben encabezar esa respuesta en estrecha unidad con el pueblo para salvar la estabilidad y la soberanía del país, amenazado por enemigos externos e internos que apuestan por una intervención «humanitaria» con balas y cañones.
Los que aquí instigan al odio, en medio de la crisis política y económica del país, saben que es delito hacerlo pero, se amparan en un falso ejercicio de la libertad de expresión, opinó recientemente Beltrán Haddad, abogado constitucionalista, en un artículo publicado en el diario Ultimas Noticias.
Los demonios se desatan dentro y fuera del país, advirtió, en un alerta sobre los peligros existentes para los venezolanos, tanto los pudientes como los de a pie.
Nada más lejos de la verdad, pues «las manifestaciones pacíficas de sectores opositores son manifestaciones de odio que han dejado destrucción y muerte de gente inocente. No podemos ocultarlo por más que insistan los instigadores en hablar de «manifestaciones pacíficas», añade el letrado.
Haddad, al igual de un gran número de analistas, estima que del odio a la guerra solo hay un paso, y ese pasó ya está en el aire, aunque todavía hay esperanza de que el pie no decienda en la tierra del Libertador Simón Bolívar.
Pero, para evitar una situación que pudiera terminar en un baño de sangre venezolana, como al parecer buscan sectores externos, los promotores de la Organizacón de Estados Americanos (OEA) o la extrema derecha estadounidense, hace falta dialogar, aunque no pocos sienten que ese momento ya pasó.
Sin embargo, el terrorismo está tipificado en la ley venezolana como delito, según los artículos 4 y 52 de la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo.
La Fiscalía del país debe actuar contra los sectores que difunden el terror y el dolor en lo humano y en lo social, para evitar que ese flagelo que ataca ahora se convierta en un monstruo devastador que deje muerte y destrucción en toda la geografía nacional.
Así define Haddad lo que sucede aquí, algo que se acerca dolorosamente a la realidad que vive el venezolano.
«Hemos visto atentados contra la integridad física de personas, como ese hecho de incendiar el cuerpo de un joven en Altamira; hemos visto incendiar autobuses, edificios públicos y propiedades privadas que han puesto en peligro vidas humanas», precisa.
Hemos visto, agrega, incendiar instituciones educativas y centros de salud, como los CDI que sirven a la población que no tiene acceso a la medicina privada. También hemos visto actos que causan terror, amenazas de muerte y atentados contra las personas y toma de urbanizaciones por grupos armados, a manera de focos de insurgencia que atemorizan y ponen en peligro la vida de los vecinos.
También hemos visto con dolor utilizar a niños en actos de violencia como si fueran aquellos «soldados infantiles», plantea en un conmovedor llamado a que se aplique la ley.
En fin, subraya, en el odio está la fuente del terror y hoy ese odio en Venezuela asusta porque se retroalimenta y parece reencarnar en terroristas.
Venezuela: del odio a la guerra solo hay un paso
Por Luis Beaton