Por Guillermo Robles Ramírez
La cotidianidad puede ser un arma de doble filo, en donde hace invisible los problemas sociales ante la misma comunidad y no se diga ante las autoridades, al igual que funcionarios públicos, comenzando con ediles municipales, gobernadores y hasta el mismísimo presidente en turno.
Han pasado miles de administraciones tanto locales, estatales, y federales en todo el país sin importar el color de la bandera de partido sin que nadie haga algo al respecto.
Se habla mucho de ello, pero tan solo en discursos políticos, pero se tolera y se acepta como algo natural pasando como algo invisible porque la misma sociedad lo rodea con un muro de silencio, indiferencia y hasta algunos casos la apatía de la misma gente.
El trabajo infantil y la gente de la tercera edad se convierte en un problema social cuando éstos se ven obligados a trabajar por la una circunstancia que lo rodea: la crisis económica.
El muro de silencio primeramente por parte de la sociedad viene con la justificación de que están ganándose el dinero de manera honesta y al menos no andan en la calle mendigando o cometiendo algún acto ilícito como es el robo común.
Pero todos nosotros lo hemos visto más de alguna vez siendo más común en todos los supermercados, y aquí sí cuando digo todos es literal. Todos aquellos que trabajan como empacadores de las tiendas de autoservicios también conocidos como “cerillos”, si no son menores de 14 o 15 años de edad porque los hay hasta más chicos, como también existen trabajando en lo mismo aquellas personas consideradas como los de la tercera edad.
Los empacadores de supermercados, contrario a lo que usted piensa, no tienen sueldo base, ni prestación de ley alguna, sin embargo, si son obligados por parte de estos establecimientos a cumplir con obligaciones o reglamentos formales como si realmente fueran empleados que cubren ciertas horas laborales haciéndolos responsables y obviamente con castigos en caso de cumplir algún reglamento.
Alguna vez se ha preguntado si estos empacadores realmente tienen sueldo y por eso no les da ni siquiera cinco pesos porque considera que es una obligación de todas estas tiendas de supermercado tanto nacionales como internacionales establecidas en nuestro país.
Sabía usted que los cerillos tienen que comprar o conseguir su propia ropa de trabajo cuando por la Ley del Seguro Social éstas deben de ser proporcionadas por la parte patronal, sin ningún costo.
Así como esta irregularidad, los hay más pero aquí la cuestión es en dónde están las autoridades que dicen defender los derechos de los niños, al igual que el de las personas de la tercera edad que muchas de las veces se ven obligados a tener que trabajar para poder completar la miseria de pensión que cobran, pero también los hay aquellos que no tuvieron la suerte de acreditar alguna pensión o bien aquellas viudas que al momento de hacerse acreedor a la jubilación de su cónyuge el mismo Seguro Social les quita un porcentaje bajo el argumento que el beneficiado no es la viuda sino era el muertito.
Pero hasta donde seguirá este muro de silencio por parte de los mismos mexicanos que cuando estamos en una edad productiva, pensamos que ese día está muy lejos de nuestro destino, cuando en realidad cada vez está más cerca de lo que se piensa, porque el tiempo se va volando.
Al menos ya hice mi granito de arena para romper con ese muro de silencio con estas pocas líneas, y en este espacio que tan agradecido estoy que me permiten los medios publicar, y tan respetuosos de la libre expresión. ¿Y usted ya hiso algo, para romper el muro del silencio? (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org