Desafío: Fraudes Invisibles

Por Rafael Loret de Mola

*Fraudes Invisibles
*Colores en Rebaja
Por Rafael Loret de Mola

 

El mayor fraude que se comete contra la ciudadanía inerte no es el fraguado por los operadores del establishment, quienes juegan a las encuestas como si de barajas se tratara, ni los descarados rebases de campaña en el filo de la complicidad con el poder del narcotráfico, la verdadera fuerza que inhibe a alcaldes –ya vi el video de uno de San Luis Potosi, arrodillado ante un capo de segunda pidiéndole clemencia y orientación-, sino el ofrecer lo que es imposible cumplir, en los hechos, elevando frustraciones y rencores hasta el límite de los estallidos.
Ya hemos dicho que la falta de tubos de escapes provoca no sólo el anquilosamiento de la maquinaria del sistema sino tiende, sin remedio, a su explosión al acumularse los gases de la impotencia y la rabia, cada vez mayores, aunque la carrocería no muestre sino complacencias en los hombres que manejan al país por cuanto al temor manifiesto, o la conformidad cobarde, de la mayor parte de la ciudadanía. Si no hubiese tal ostracismo, hace tiempo nos hubiéramos librado de la vergüenza de ser gobernados por rufianes de cuello blanco, peores a los financieros especuladores que siempre ganan con el dolor ajeno y la esclavitud de los demás. Vean a los mineros y a los obreros de la construcción, entre muchos gremios apergollados.
Es un fraude, sí, pretenden ganar una elección presidencial, convocando a millones, cuando no se cuenta con estructura suficiente para cubrir de representantes al cien por ciento de las casillas que habrán de instalarse el próximo año para dirimir la contienda; si en 2012 fueron 242 mil quinientas, es dable esperar que en 2018 se proponga un alza razonable, de acuerdo a la explosión poblacional, que pueda fluctuar entre las 260 mil y las 300 mil mesas electorales, máxime que el Padrón será mayor, por primera vez, a los 85 millones de mexicanos, de los cuales votarán, según calculamos, el sesenta por cierto, esto es unos 51 millones de electores si bien nos va; otra cosa sería el colapso, para arriba o para abajo.
Por eso preocupa que el INE reduzca militancias severamente, no en el caso del PRI, con estadísticas infladas siempre –se registraban 8 millones y finalmente ahora la lista de afiliados quedó en 6 millones 300 mil, una caída fuerte-, sino en los absurdos, como el del PRD en franca caída, que mantiene ¡cinco millones 200 mil simpatizantes inscritos! Tal es, sencillamente, poco creíble si anotamos que al PAN, luego de la desbandada del 2012, se le reconocen 325 mil elementos de base y a MORENA sólo 319 mil según los datos del INE. Una verdadera trampa.
Con estas expectativas, el PAN y MORENA no podrán cubrir con sus representantes, salidos de la militancia, las casillas que habrán de instalarse, considerando dos elementos por cada una, dejando los vacíos que hicieron posibles los fraudes en Coahuila y el Estado de México en las narices de los dirigentes, precisamente, del PAN y MORENA, respectivamente.
¿Tienen algo que alegar al respecto los eternos convocadores Ricardo Anaya, el panista que hace política hasta cuando lleva a sus hijos a la escuela, y Andrés, cuyos hijos, todos, tienen posiciones ejecutivas en su MORENA en donde no se pone del todo el sol?
La Anécdota
La tragedia terrorista en Barcelona, el pasado jueves 17 de agosto, permitió al rey Borbón y al franquista Mariano Rajoy asomarse por el Templo de la Sagrada Familia de Gaudí, por un instante, tratando de llevar agua a su molino a un mes del plebiscito independentista; el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se mantuvo en plano discreto.
A pocas horas, en la plaza de toros de Bilbao, en el separatista País Vasco, un lidiador español, Antonio Ferrera, fue abucheado por pretender colocar banderillas con los colores de España; y así lo declaró a la televisión considerando que tal había sido un agravio de una magnitud similar a las muestras de protesta de hace más de veinte años.
Y, finalmente, otro matador, mexicano, Joselito Adame, apremió a sus cuadrillas a poner los palitroques con el tricolor de nuestro lábaro. Nadie se incomodó. ¿Será que quieran unirse a nuestro país? Jajajaja. No, sencillamente ni siquiera sabían que el verde, blanco y rojo es la enseña liberada de España que dio simbolismo al naciente México hace más de 200 años. Una cuestión de cultura o, más bien, de incultura.
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