La Habana (PL).- Hace 44 años, el 25 de octubre de 1973, moría en Addis Abeba el segundo maratonista más célebre de la historia, el etíope Abebe Bikila.
Superado en fama solamente por el griego Filípides, en cuyo honor se creó precisamente la carrera de maratón, Bikila pasó a la historia no solamente por haber sido dos veces campeón olímpico de la distancia, sino porque uno de esos logros los consiguió descalzo.
Fue en la cita de Roma-1960, marcada además por haber sido la primera en correrse de noche, y por empezar y terminar fuera del estadio olímpico.
El favorito para imponerse era el marroquí Rhadi Ben Abdesselem, pero luego de 18 kilómetros recorridos no se le despegaba un espigado y flacucho desconocido, quien corría apenas por tercera vez en su vida el tramo de 42 kilómetros y 195 metros.
Había nacido en la localidad etíope de Mout, 7 de agosto de 1932, precisamente el día del maratón estival de Los Ángeles, todo un presagio.
Miembro de la Guardia Imperial de Haile Selassie, Bikila devoraba metro tras metro sin mirar a su compañero de escapada, a través del recorrido iluminado por las antorchas de los soldados italianos colocados a lo largo del camino para guiar a los corredores.
El punto de quiebre fue emblemático: el ataque final lo hizo en una bajada frente al obelisco de Axum, que fuera robado a su país natal en 1937 por el ejército italiano durante la Segunda Guerra Ítalo-Abisinia.
Bikila aceleró y se impuso con tiempo de dos horas, 15 minutos y 16 segundos, lo que de paso se convirtió en una nueva plusmarca mundial, al mejorar el registro del soviético Sergei Popov.
Inmediatamente después de la cita bajo los cinco aros fue convertido en un héroe nacional en Etiopía, pero si épica fue esa hazaña, no menos lo fue la segunda, en Tokio-1964.
Al momento de celebrarse la carrera, el estado físico de Bikila estaba bastante debilitado, pues había sido operado de apendicitis seis semanas antes, y eso afectó su programa de entrenamiento.
No obstante, y ya con las zapatillas reglamentarias, volvió a obtener la medalla dorada, y nuevamente con una marca mundial: 2:12.11 horas.
Su triunfo ante el británico Basil Heatley es el más amplio en la prueba reina desde París-1924, pues le sacó más de cuatro minutos al entonces recordista planetario.
Además, al llegar a la meta siguió con su paso y, según confesó luego a la prensa, pudo haber seguido corriendo 10 kilómetros más como si nada.
En una ocasión contó que para no aburrirse en sus largas jornadas de entrenamiento por los campos etíopes, se dedicaba a cazar aves y mamíferos corriendo detrás de ellos durante los 42 kilómetros de práctica, porque casi ningún animal es capaz de resistir tanto esfuerzo sin descansar.
Bikila estuvo también en México-1968, pero fue afectado por la altitud y problemas físicos y tuvo que abandonar la prueba tras haber recorrido solamente 17 kilómetros.
Al año siguiente se vio involucrado en un accidente de autos cerca de la capital de su país, que le produjo una paraplejia de la cual nunca pudo reponerse totalmente, y falleció en su silla de ruedas de una hemorragia cerebral con solamente 41 años de edad.
En su honor, el estadio nacional de Addis Abeba lleva el nombre del primer maratonista que ganó dos títulos consecutivos, y el primero de raza negra en coronarse.
Solamente otro corredor ha podido imponerse dos veces en esta agotadora modalidad, el alemán Waldemar Cierpinski, quien lo hizo en los Olímpicos de Montreal-1976 y Moscú-1980.
Bikila, el maratonista descalzo
Por Lemay Padrón Oliveros