México, 19 dic (PL) La Ciudad de México muestra hoy, tres meses después, las cicatrices del devastador sismo que hizo colapsar 43 edificios y provocó casi 400 muertes en esta capital y otros estados del país.
Donde antes se levantaban edificios multifamiliares, de oficinas o una fábrica, hoy hay predios vacíos, cercados con paneles de madera, en los que se depositan flores y mensajes en homenaje a las víctimas.
En estos días comienzan las obras de demolición del colegio Enrique Rébsamen, sitio emblemático de la tragedia donde 19 niños y siete adultos, entre madres, maestras y trabajadoras, quedaron sepultados.
Aun hay vecinos en albergues junto a edificios colapsados, quienes resienten las bajas temperaturas de estos días y también se quejan de abandono gubernamental.
Pero son muchos más los edificios que, aunque en pie, están abandonados por daños estructurales.
Muchos de ellos no presentan problemas a la vista del transeúnte, que los identifica por su soledad y la cinta amarilla que prohíbe el ingreso.
Son también expresión del drama de muchos vecinos de la ciudad, quienes quedaron sin hogar y hoy no tienen respuesta a su problema.
Desde el punto de vista científico, la emblemática revista Nature incluyó al geofísico mexicano Víctor Cruz en su lista de las 10 personalidades de la ciencia que marcaron el año que termina.
Cruz fue premiado por su labor durante la emergencia provocada por los sismos y sus aproximaciones al terremoto del 19 de septiembre, que él considera el de mayor intensidad sufrido por México desde que se tienen registros.
En declaraciones a la prensa dijo que el de hace tres meses fue más intenso que el sismo de igual fecha pero de 1985, que provocó miles de muertos.
Los dos terremotos tuvieron características diferentes, pero si se puede afirmar, al menos en roca firme, en suelo firme que circunda los depósitos lacustres de los antiguos lagos del Valle de México, que la violencia del movimiento fue por mucho la más grande que se ha registrado en la historia, subrayó.