Desafío: Pobre Presidente

El señor peña nieto, a poco más de once meses, improrrogables gracias a la sabiduría del Constituyente, sigue cometiendo traspiés graves, más aún en los foros internacionales, en donde ya es una maltrecha caricatura de sí mismo. En la reciente “cumbre” de París, donde hasta los filántropos intervinieron, volvió a caer en el abismo de la ignorancia y recitó sentencias mal aprendidas para ser la comidilla grotesca de la reunión.
Una vez más, y ya se cuentan por decenas, el mandatario mexicano, lejos de defender los valores patrios y exaltar la cordura como un frente contra los intereses hegemónicos, cayó en el garlito de postular lo que, en su gobierno, ha sido incapaz de preservar, esto es el medio ambiente, llevado por las complicidades de quienes destruyen pueblos para dar paso a las mineras canadienses, no frena la extinción de especies marinas –como la vaquita marina, blanco de un consorcio con influencias de muy alto nivel-, ni ejecuta nada para evitar la devastación de los manglares quintanarroenses que continúa aunque el miserable ex gobernador de la entidad, Roberto Borge Angulo, transita desde Panamá, extraditado, porque cree que en su territorio será más sencilla su defensa; pero no será así si ya está en desgracia. Es la forma cómo funciona el “sistema”, cuya cabeza nadie conoce –aunque la intuyan quienes consideran tener información-, ni nadie se preocupe por vencerlo cuando se desvía, cada día, del interés general.
De nada sirven las campañas si para llegar a la Presidencia, lo mismo que a las gubernaturas, escaños, curules y alcaldías, se requieren de avales muy distantes de las urnas y la democracia: los de los “capos”, incluyendo al de Washington, y las corporaciones derivadas de la economía disparada derivada del narcotráfico, cuyo ejemplo más notable se cumpla en el palacio de los palacios, la joya comercial de Alberto Baillères, segundo multimillonario del país y medalla Belisario Domínguez que compartió ya con Julia Carabias, una de las predadoras de las selvas y las playas. ¡Qué bien, presidente! ¡Qué estupendo, senadores fútiles y apátridas!
La corrupción y la ignorancia van de la mano; el desprecio por la tolerancia de la mayoría silente construye la torre de la indiferencia y el indecoro; la vulnerabilidad de la clase política parece protegerse con la torpe Ley de Seguridad Interior rechazada por la ONU y sólo modificada en cuanto a que las fuerzas armadas no podrán intervenir para reprimir protestas contra la ausencia de libertades o los abusos corporativos, dentro y fuera del gobierno. Y aún así, la figura del mandatario en funciones se mantiene como fundamento del presidencialismo derrumbado por la sociedad afrentada pero detenido por los cancerberos de las tres cabezas de la inmoralidad.
Si peña quiere hacerle un favor a su señalado precandidato, que apenas despunta del suelo, debe irse aunque sólo le falten once meses para cumplir el sexenio del horror y la vergüenza. Váyase antes de que lo desplumen en julio venidero a través de un año, 2018, que se antoja de alto riesgo para todos. Faltan once días para que termine 2017.
La Anécdota
“Volvido” por vuelto; “ler” por leer; Oaxaca por Chiapas; y una enorme infinidad de dislates, errores semánticos y hasta reproches porque “ya sé que no aplauden”. Jamás pensamos que los chascarrillos de fox fueran superables con los traspiés de peña… y así ha sido. En medio, calderón habló menos pero enloqueció con el ejercicio del poder al grado de invertir personalmente, con aportaciones económicas, cien mil pesos dicen, en las ilusiones de su “Margarita de las estrellas y la mar”, en las calderas de la opresión.
¿En qué plano nos colocan a los mexicanos quienes nos observan desde fuera y miden los alcances de los disparates magnos de nuestro gobierno? Sin duda, en el de la violencia que, a contraflujo de la realidad, ¡atrae inversiones!; y ello, por la sencilla razón de que se abarata nuestro suelo a favor de los capitales golondrinos, aventureros y especulativos del viejo continente y de los ambiciosos vecinos del norte.
Y, lo peor, sin gobierno. Mejor para los anarquistas.
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