La Habana, (PL) La isla de Curazao se convirtió en el mayor y más importante mercado de esclavos en el Caribe, al establecerse los holandeses en la región en las primeras décadas del siglo XVII.
En esa centuria, el imperio colonial español, hasta entonces auto proclamado dueño del llamado Nuevo Mundo, sostuvo varias guerras con otros países europeos, entre ellos Holanda, que le disputaban su hegemonía.
Marinos franceses, ingleses y holandeses rivalizaron durante varios siglos por el control de los mares, las pequeñas islas antillanas y otros territorios americanos frente a España, que conservó las Antillas Mayores, salvo Jamaica y una parte de La Española.
Enclaves ingleses, franceses y holandeses se establecieron en la zona del Caribe (Antillas Menores, Bahamas y otros territorios) por aventureros, cuyos pillajes estimulaban las potencias enemigas de la Corona Española.
Al expirar una tregua bélica con España, el Parlamento holandés otorgó a la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales (1621-1792) el monopolio comercial en la zona caribeña y la jurisdicción sobre el comercio de esclavos de África, Brasil, el Caribe y Norteamérica.
Esta siguió los pasos de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (1602-1800), a la que había concedido el privilegio del monopolio comercial con todos los países al este del cabo de Buena Esperanza, en África, y al oeste del estrecho de Magallanes, en Sudamérica.
En 1595, el objeto inicial era competir con Portugal en el comercio de las especias, en el Oriente; con el desarrollo mercantil, ciudades como Amsterdam y Rotterdam se convirtieron en centros importantes y la banca holandesa respaldó la cruzada rumbo a los mares.
Tales empresas gozaban de amplios poderes, incluso decidir una guerra y concertar la paz, para convertir a Holanda en una de las potencias coloniales (marinas y económicas) de la época.
Entre 1600 y principios de 1700 fueron constantes las incursiones en territorios americanos procedentes de los también denominados Países Bajos, en disputa con españoles, portugueses e ingleses, principalmente.
En 1634 una flota de la Compañía ocupó Curazao y, en 1636, a las islas de Aruba y Bonaire.
Nueva Amsterdam (actual Nueva York), fundada en 1625, pasó oficialmente a Inglaterra, en 1674, mediante un tratado entre las partes; a cambio los holandeses se quedaban con Surinam, territorio en disputa en el norte de América del Sur.
Su asentamiento en el nordeste de Brasil (Nueva Holanda 1630-1654) que regresó a manos portuguesas, estimuló en su momento a los empresarios holandeses a establecer factorías en las costas africanas para suministrar fuerza esclava a las plantaciones azucareras.
Holanda adquirió en 1662 el control exclusivo de la trata en el Golfo de Guinea, a cambio de olvidarse definitivamente de Brasil.
A partir de la pérdida de las otras colonias americanas, la Compañía se concentró en el comercio de esclavos entre África y el Caribe, y en la explotación de la fuerza de trabajo forzada en sus colonias hasta la abolición de este sistema en 1863.
En el Caribe, finalmente, lograron permanecer solo en pequeños enclaves conocidos como Antillas Neerlandesas o Holandesas: las islas de Sotavento (Aruba, Bonaire y Curazao) y de Barlovento (Saba, San Eustaquio y parte de la isla de San Martín, que en francés es Saint-Martin y en neerlandés, Sint Maarten).
Las de Sotavento, muy secas para la producción agrícola a gran escala y las de Barlovento, de poca superficie aunque con mejores condiciones climáticas; resultaron inadecuadas para la agricultura de plantaciones; además, San Martín (con una superficie de tan sólo 34 kilómetros cuadrados) y Saba (de 13 kilómetros cuadrados) son montañosas.
En estas islas, los esclavos trabajaban de jardineros, en labores domésticas y no agrícolas; en las salinas de Bonaire (isla con una superficie de 288 kilómetros cuadrados) y San Martín; como portuarios, marineros y pescadores en los astilleros de Curazao (444 kilómetros cuadrados), y San Eustaquio (288 kilómetros cuadrados), dedicada también al comercio de contrabando.
En Curazao, la más grande y poblada de las Antillas Neerlandesas, en el sur del mar Caribe, hubo hasta el siglo XVIII un floreciente comercio de esclavos donde las piezas llegadas de África se compraban o vendían en los muelles de Willemstad, su capital.
La Guyana Neerlandesa (Surinam, independiente en 1975), de 163 mil 820 kilómetros cuadrados, fue una próspera plantación dedicada a producir azúcar, café, algodón y cacao, y estuvo sustentada en el trabajo esclavo.
Aruba, de 193 kilómetros cuadrados, adquirió gobierno autónomo dentro del Reino de los Países Bajos (1986).
Existen reportes del contrabando de mercancías y esclavos hacia Cuba desde las posesiones holandesas durante el siglo XVII.
Las casas comerciales de las provincias de Holanda y Zelanda registraron alrededor de 600 mil africanos transportados hacia el continente americano; las cifras exactas nunca se sabrán debido al alto número de los cautivos fallecidos durante las travesías.
Unos 215 mil esclavos fueron llevados a Surinam donde los sobrevivientes constituyeron mayoría de la población durante el momento pico de la trata, la década de 1770 (de 70 mil habitantes, casi el 95 por ciento era esclavo) y en 1863 (el 60 por ciento, de unos 63 mil habitantes), según cálculos.
CONFLICTOS CON LA MONARQUIA HISPANICA
Los Países Bajos formaban parte del imperio heredado por los monarcas de la Casa Habsburgo o de Austria que reinaban en España; sus querellas tuvieron larga data.
La sublevación de los denominados, en forma general, holandeses ocurrida en 1566, abrió un capítulo de luchas hasta la independencia de Holanda, en 1648.
En primer lugar los holandeses luchaban por su independencia, la cual solo alcanzaron las provincias del norte, con la Paz de Westfalia, el 30 de enero de 1648, tanto respecto a España como del Sacro Imperio Romano Germánico.
Las Siete Provincias Unidas (norte) eran Holanda, Zelanda, Utrecht, Güeldres (con Zutphen), Overijssel (con Drente), Frisia y Groniga, y los territorios de la Generalidad (partes de Brabante, Flandes y Limburgo).
Al concluir la Guerra de Sucesión Española (1701 – 1714), la primera del siglo XVIII, las provincias del sur, hasta entonces denominadas Países Bajos Españoles (Flandes, Artois, Henao, Namur, Luxemburgo, Brabante, Amberes, Malinas, Limburgo), fueron cedidas al Sacro Imperio Romano Germánico.
Al culminar esta guerra, Londres obtuvo de España mediante los Tratados de Utrecht (1713), el llamado asiento para introducir esclavos africanos en América, un verdadero monopolio a su favor.
Durante los conflictos armados en la llamada Guerra de los 80 años (1568 hasta 1648, con algunos periodos de tregua), fue saqueada por navíos de ese país la flota española en la bahía de Matanzas (1628) y de 1631 a 1636, la flota holandesa destruyó 547 buques españoles.
También los holandeses bombardearon a Santiago de Cuba tiempo antes de que se iniciaran, alrededor de 1640, las obras de la primitiva fortificación del Castillo del Morro santiaguero.
El comercio de esclavos en las Antillas holandesas
Por Marta Denis Valle