Los robos de alcancías y arte sacro, asaltos e incluso ataques a sacerdotes obligaron a las autoridades eclesiásticas del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala a modificar la operación de las iglesias y los servicios que brindan los religiosos.
La inseguridad hizo que en el Estado de México se cambiaran los horarios de misas. Además se decidió que los sacerdotes ya no salgan solos para prestar un servicio y que los feligreses no lleven cosas de valor al asistir a una ceremonia eclesiástica.
En el último año se incrementaron los asaltos a feligreses. Dos personas perdieron la vida, incluido un sacerdote.