Por Juan Carlos Díaz Guerrero, corresponsal jefe
Montevideo, 22 abr (PL) La capital de Uruguay, Montevideo, goza del privilegio de tener más de un centenar y medio de monumentos que resaltan su atractivo, por la variedad y representatividad universal de las figuras erigidas.
Según autoridades de la dirección de Patrimonio, en las dos primeras décadas del siglo XX fue cuando ciudad tuvo el mayor auge en la construcción de estas obras, aunque desde la segunda mitad de la centuria anterior incorporó a la vía pública sus primeras estatuas.
En sus 201 kilómetros cuadrados se pueden encontrar numerosos bustos de figuras mundiales vinculadas a la ciencia, la política y el arte como Alejandro de Humboldt y Albert Einstein; José Martí, Salvador Allende, Ernesto Che Guevara, Simón Bolívar; Leonardo Da Vinci y Dante Alighieri, entre otros muchos.
Si bien existe una amplia presencia de personajes nacionales, entre ellos, José Gervasio Artigas, Wilson Ferreira Aldunate, Juan Zorrilla y José Enrique Rodó; también llaman la atención los monumentos que rinden homenaje al amor, las tradiciones y los oficios, los cuales están enraizados en la idiosincrasia montevideana.
De esos últimos mucho debe la sociedad uruguaya al escultor José Belloni (1882-1965), quien dejó para la posteridad obras de valor simbólico que hoy ocupan lugares de privilegio en los espacios públicos capitalinos.
El también profesor de arquitectura erigió monumentos al militar y poeta que acompañó a Artigas en sus luchas, Joaquín Lenzina (Ansina); El Entrevero, donde indios y gauchos, en apretado haz, evocan las primeras luchas de la república oriental; y El Aguatero de raza negra con su cubo de madera en la cabeza.
También existen otras como el Guillermo Tell del Parque Rodó; La Diligencia, en el Parque Prado; y La Carreta, considerada entre sus creaciones más importantes, según el estudioso Nelson SicaDellisola.
Este monumento, enclavado en el Parque José Batlle y Ordoñez, muy cerca del mítico Estadio Centenario, recuerda el clásico medio de transporte utilizado por los hombres de campo, cuando todavía el ferrocarril y los vehículos de motor no habían hecho su entrada.
Construido en bronce, con su basamento de granito rosado, ya casi imperceptible por el paso de los años, La Carrreta mide 22 metros con 150 toneladas de peso, y fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1976, a petición de la Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación. De acuerdo con SicaDellisola, en 1928 el gobierno uruguayo adquirió el conjunto escultórico, pero al no existir ninguna fundición con capacidad para llevarlo al bronce, se llevó a la ciudad de Florencia, en La Toscana.
Después de vicisitudes que duraron más de un año, por diferencias entre los gobiernos de Italia y Uruguay, se decidió finalmente que la obra fuera trasladada a Montevideo, no sin antes exhibirse por un mes en el Palacio de las Exposiciones de Florencia, donde mucho tuvo que ver el entonces primer ministro, Benito Mussolini.
Fue así que finalmente La Carreta pudo inaugurarse el 14 de octubre de 1934, convirtiéndose en todo un símbolo de la ciudad que, en declaraciones para Orbedel guarda del lugar, Leonardo Morales, diariamente atrae a unos 500 visitantes, en tanto la cifra se duplica los fines de semana.