Por Charly Morales Valido
San Salvador, 12 may (PL) La NBA entra en sus finales de Conferencia, y los iconoclastas vuelven sobre una vieja provocación: ¿ya superó LeBron James a Michael Jordan?
A LeBron lo venden como el Rey, y hay que creérselo, como mismo nos creímos que Jordan era Dios, porque lo proclamó Larry Bird y porque nos sedujo con un baloncesto más parecido al arte que al deporte.
Al tomar partido pesa tanto la razón como la pasión e incluso la nostalgia de quienes se enamoraron del basket gracias a la espectacularidad de Jordan, responsable de múltiples jugadas impregnadas en el imaginario de la gente.
Muchos votan por LeBron, por su talento, fuerza física y mental, y dominio del tempo del juego, y otros, como el cronista Michel Contreras, se decantan por Jordan, pues se niega a comparar un atleta con un artista.
Para el entrenador Rainel Panfet la comparación es absurda pues son épocas diferentes, y la mayoría considera ridículos estos escalafones, que recuerda las eternas monsergas Maradona-Pelé, o Messi-Cristiano.
Pero nadie cuestiona es el mito y el legado de Jordan, quien nos acostumbró a verlo volar, encumbrar su calva y sacar la lengua, unas veces para machacar el aro, otras para realizar contorsiones anti-gravitacionales y anotar.
Nos repetimos hasta aburrir que Jordan era divino, como si negarlo fuera pecado: él mismo se creyó más grande que el juego, al punto de abandonarlo para probar fortuna en el béisbol, una fase para el olvido.
Sin embargo recuperó la cordura y sumó tres títulos a los tres que había hilado antes de irse a los diamantes, para un total de seis coronas, 14 All Stars y varios premios de Más Valioso.
Fuera de las canchas, revolucionó el marketing deportivo con la marca Nike, salvó a la Tierra en el filme animado Space Jam, le enseñó unos pasillitos a Michael Jackson en su hit Jam y lideró al único Dream Team que ha existido.
Además, se echaba a los equipos arriba, y con 40 años cerró su carrera promediando 20 puntos con unos anodinos Washington Wizards.
A su lado, leyendas como Hakeem Olajuwon, Bird, Magic, Isaiah Thomas, Sir Charles Barkley o Karl Malone fueron meros actores de reparto, y ni siquiera Kobe Bryant o Tim Duncan era siquiera considerados para sustituírlo.
Hasta que llegó LeBron James, el nuevo protagonista en las discusiones del GOAT, acrónimo en inglés de «Greatest Of All Times (El Más Grande de Todos los Tiempos), un debate en el que cada vez se impone más.
Con 33 años de edad y 15 camoañas en la NBA, el genio de Akron es sinónimo de talento, consistencia, inteligencia deportiva y actitud, aunque muchos le sacan en cara que solo ha ganado la mitad de títulos que Jordan.
No obstante, sus críticos no mencionan las nueve ocasiones en que Jordan fue eliminado: tres veces se quedó en primera ronda, dos en segunda y una en final de conferencia.
Por otro lado, también fallaba, perdía balones y le encajaban algún que otro tapón, aunque potenciar sus imperfecciones sería concentrarse en las manchas del sol, y no en todo su esplendor… como hacen con LeBron.
Aún así, la estrella de los Cavaliers lleva 12 años seguidos clasificando a play-off, con ocho finales y siete de hilo, de las cuales ganó tres, incluido el primer título para una franquicia de Cleveland en más de medio siglo.
A nivel estadístico, tiene promedios superiores a Jordan en rebotes y asistencias, y en solo cuatro años podría romper el más inalcanzable de los récords en la NBA, los 38 mil 387 puntos de Kareem Abdul Jabbar.
Si lo logra, y todo indica que lo hará… ¿qué van a decir entonces? ¿qué «pero» le pondrán a su grandeza? Ninguno: que Dios (Jordan) salve al Rey (LeBron).