Panamá, 10 jun (PL) Apenas un año después de la muerte del exgeneral panameño Manuel Antonio Noriega, surgen evidencias que supuestamente lo exculpan del asesinato del sacerdote colombiano Héctor Gallego, mientras un velo de misterio cubre hoy a los criminales.
Las revelaciones de la hermana del párroco, Edilma Gallego, de que pruebas de ADN confirmaron el hallazgo de la osamenta, echaron por tierra los casos juzgados y sancionados del cura y otro desaparecido, Heliodoro Portugal, a quien el Ministerio Público afirmó antes que pertenecía la osamenta encontrada en un antiguo cuartel.
La mujer aseguró a periodistas que una fuente «extraoficial pero confiable» confirmó, con un 97 por ciento de probabilidad, que los restos que se encontraban bajo análisis en el Instituto de Medicina Legal pertenecían a un miembro de su familia; la institución se negó a confirmar o rechazar la noticia.
Una de las condenas en ausencia por las que Noriega cumplía 60 años de prisión al momento de su muerte, fue por el secuestro y desaparición de Portugal, en cuyo juicio también sancionaron a otros seis militares como autores del hecho, según confesiones de «testigos».
A su vez, Nivaldo Madriñán está preso actualmente por el presunto asesinato de Gallego y su entierro en una fosa común en Cañazas, en la central provincia de Veraguas donde vivía el clérigo, quien organizó en la zona una cooperativa campesina que los terratenientes rechazaron.
Edilma, quien desde 1999 vino a Panamá para conocer el paradero de su hermano, visitó a Noriega en la cárcel y el exgeneral le reveló que una orden del Estado Mayor era sacar del país al sacerdote e impedirle regresar, pero un terrateniente de la zona lo odiaba por la protección del sacerdote a los lugareños y se ensañó en su contra.
«Murió molido a golpes» a manos de Esaú Ruíz (ya fallecido) porque Gallego le impidió quemar el rancho a una campesina, -dijo Edilma- y «cuando Héctor llegó a Panamá estaba en muy malas condiciones, luego el general (Omar) Torrijos le buscó asistencia médica y el médico dijo que no había nada que hacer que estaba muy grave».
Las nuevas revelaciones crearon en la sociedad panameña una confusión acerca de cuál es la verdadera historia de lo ocurrido con estos y otros casos de los cuales acusan a Noriega y Torrijos como máximos responsables, mientras que familiares exhortan a los testigos vivos para que esclarezcan lo ocurrido en esa etapa.
«Hoy se conoce que parte de esa verdad es falsa, y que los respetados miembros de la Comisión de la verdad, presidida en ese entonces por Alberto Almanza, realizaron una muy buena, o mejor dicho, una muy conveniente investigación», cuestionó en un artículo Ezra Angel, abogado de Noriega, quien denunció que usaron a la justicia para vendetas políticas.