Managua, 10 jul (PL) La jerarquía católica de Nicaragua, si bien mantiene un peso importante en la sociedad, ha ido perdiendo credibilidad desde que se hizo evidente su parcialidad en el diálogo nacional entre el gobierno y sectores opositores.
Los sucesos recientes en la ciudad de Diriamba, Carazo, reflejan cómo un sector de la población, también creyente y religioso, considera ofensivo que la mayoría de los hombres con sotanas se hayan decantado solo por una de las partes en conflicto.
Para algunos analistas, el lamentable episodio vivido la víspera en esa ciudad es resultado del propio accionar de la jerarquía católica frente a una crisis en la que debió velar y mediar por todos, sin importar el credo político e ideológico que se profese.
Sin embargo, para la Conferencia Episcopal las víctimas, los muertos y los infortunados están de un solo lado, desconociendo a los otros, como se puede observar claramente en sus declaraciones a lo largo de tres meses de crisis.
Incluso cuando se refieren al pueblo, pareciera que solo una parte, aquella que adversa al gobierno, lo es, mientras el resto son «turbas sandinistas», «paramilitares» y «parapoliciales».
Lo sucedido en Diriamba, más allá de que pueda ser objeto de críticas y rechazo, revela un hartazgo popular frente a la zozobra y el caos que ciertos sectores de la oposición insisten en mantener, al margen de las leyes y por las vías de hecho.
En ese contexto, los habitantes de Diriamba recriminaron a los obispos que se dirigieron en caravana hacia esa localidad, al considerarlos cómplices de golpistas que pretenden derrocar al gobierno sandinista.
Un grupo de sacerdotes, encabezados por el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, junto con el nuncio, monseñor Waldemar Stanislaw, se dispuso este lunes a visitar esa ciudad y Jinotepe, luego que la Policía desmontara varios tranques (bloqueos de vías) impuestos por sujetos calificados aquí de delincuentes.
A la llegada de la misión de la Iglesia católica, acompañada además por miembros de la llamada Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (de oposición), varios pobladores salieron al encuentro de los obispos para criticarlos por sus manifiestas posiciones políticas ante la crisis que vive el país. En imágenes divulgadas por medios de comunicación locales, se puede apreciar como los pobladores reclaman a los obispos por su tardía presencia, pues cuando la ciudad estaba inmovilizada y sitiada por los tranques y varios sandinistas fueron torturados, asesinados y vejados, no llegaron a auxiliarlos.
Los ciudadanos exigían así respuestas de por qué los religiosos llegaban hasta este lunes a Diriamba y no se presentaron cuando otro sector estaba al frente de los tranques, quemando instituciones públicas, viviendas, delegaciones policiales y matando a simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Esos simpatizantes del FSLN también son seres humanos y creyentes (…) «¿dónde estaban ustedes (los obispos) cuando nos atacaban?», «queremos la paz», «en Jinotepe fuimos torturados», ¿dónde estaban ustedes?», reclamaron los pobladores en momentos de alta tensión.
En las imágenes también se observa como los habitantes siguen a los religiosos, a quienes algunos llegan a calificar de «fariseos», hasta entrar a la Basílica San Sebastián en medio de gritos, recriminaciones, forcejeos y golpes.
Por otra parte, también se puede apreciar al interior del inmueble a algunos hombres vestidos de túnicas con las caras cubiertas, señalados por los pobladores de estar protegidos dentro del citado templo y de tener almacenadas armas y medicinas.
«Cómplices de golpistas, cómplices del terrorismo, no queremos más tranques»…vociferaba la ciudadanía visiblemente enardecida, al considerar muchos como una provocación y efecto mediático la visita tardía de los obispos.
Y es que a lo largo de estos tres meses miembros de la Conferencia Episcopal, mediadora y testigo del diálogo nacional por la paz, han incitado públicamente a la desobediencia civil y apoyado convocatorias a un paro nacional, aun cuando las consecuencias de esa medida son nefastas para las familias más vulnerables.
Si bien no todas las autoridades católicas han tenido esa postura y abogan por una verdadera paz y solución a la crisis interna, la imagen de los hombres con sotanas ha ido en detrimento para una gran parte de la población, mientras otras confesiones religiosas ganan espacios.
Obispos pierden credibilidad en Nicaragua
Por Alberto Corona