Por Julio López
“En el cine lo importante es que uno lo haga sin quedarle a deber nada, con todo lo que uno sabe, con todo lo que uno puede, con todo lo que uno quiere, con todo lo que uno cree que debe de hacer para que salga con dignidad.”
El director de cine Jorge Fons pertenece a un generación de cineastas que revolucionaron la industria nacional con historias que mostraban la realidad mexicana. Por sus contribuciones al desarrollo artístico y crítico en México será condecorado con la Medalla Cátedra Ingmar Bergman que otorga la UNAM.
Su cine reflejaba una realidad muy diferente a la mostrada en la época de oro del cine nacional, como Caridad, que retrataba la pobreza en la periferia de la ciudad, pobreza que aún existe de manera velada y que sale a flote con desastres como el terremoto del pasado 19 de septiembre. Mostró la idiosincrasia del mexicano en El callejón de los milagros y la descomposición social que cada día aumenta en nuestro país. Y claro, no puede faltar Rojo amanecer, la emblemática película sobre lo ocurrido en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968.
“Yo creo que fue un hecho muy traumático para la sociedad mexicana. Fue un crimen que se cometió ante nuestros ojos, un crimen de Estado, un crimen brutal, fue algo que sólo un salvaje puede realizar en aras de imponer la ley, era un mitin, unas palabras, la gente estaba pacífica. Lo que pasa es que la matanza fue una expresión del poder, una expresión altanera del poder que decidió acabar con el movimiento de una manera atroz para garantizar la paz en las Olimpiadas que se avecinaban.”
Justamente en el marco de la conmemoración de este hecho vergonzoso la Filmoteca de la UNAM exhibirá una versión completamente restaurada de Rojo amanecer.
El cine es un vicio para el que no hay cura, una profesión ingrata que es aplaudida cuando las cosas salen bien y menospreciada cuando el resultado no es como lo que se esperaba. Esto lo tiene bien claro Jorge Fons y aún así sigue pensando en tener una buena historia que contar.
“No hay una en específico, uno de lo que tiene ganas es de tener la historia y de estar en el set realizándola. Esas ganas no se acaban, al contrario, son unas ganas infinitas y uno se cuestiona permanentemente las condiciones físicas. El cine requiere de ser el primero en llegar ahí, traer la tarea hecha la noche anterior, saber con qué empezamos y cómo le vamos a hacer, qué sigue y luego qué más, y saber cómo terminamos el llamado del día. Que uno no se canse, nada que una ‘pausita’, que uno sea el que dé el ejemplo del entusiasmo, de la fibra, de todo.”