Hemos llegado al tiempo en que dormir será un lujo. La tecnología empieza a intervenir en nuestros patrones de sueño. Dicen expertos que en un tiempo no muy lejano, digamos que en el 2030, desde la temperatura del colchón hasta la pijama estarán regulados por sensores en busca del descanso perfecto: reparable, largo y se podrán escoger los sueños por medio de una base de datos.
Para poder elegir nuestros sueños se someterá el cerebro a una corriente eléctrica de baja frecuencia (unos 40 hercios según los científicos) para intervenir y asegurar sueños lucidos y vívidos. Estos experimentos se realizan con éxito en Alemania con el fin de ayudar a los que sufren pesadillas o trastorno por estrés postraumático.
Los colchones del futuro -según el futurólogo Ian Person-, serán conectados a internet para regular la rigidez con termostatos para ajustar la temperatura. Las habitaciones tendrán filtros de luz precisos y almohadas para optimizar la experiencia.
Cuando se hizo el mapa del genoma humano se descubrieron varios genes del sueño que regulan los latidos del corazón. Pero en un pasado reciente se descubrió un nuevo gen, el DEC2, que al ser manipulado podrá reducir el tiempo necesario para dormir. Los científicos de los EU ya trabajan con el ejército para crear “supersoldados biológicos” capaces de cumplir su misión sin dormir tanto.
El sueño tiene una relación con la memoria y el envejecimiento por sus funciones restauradoras. En unos años, mientras se duerme se podrá también diagnosticar enfermedades, esto gracias a la tecnología “wearable” incorporada a la pijama con la capacidad de medir el pulso cardiaco, la presión sanguínea o la conductividad de la piel.
Existe una fantasía en los humanos de hibernar como lo hacen otras especies para recuperar fuerzas y energía. Después de años de investigación la NASA ha empezado a inducir la prolongada hibernación en los astronautas que algún día viajarán a Marte. La técnica consiste en provocar una hipotermia terapéutica para suspender temporalmente de algunos procesos biológicos para ayudar a víctimas de atentados o accidentes traumáticos. Se trata de dormir hasta que el cuerpo cure heridas físicas y luego despertar para una vida mejor. Sin trauma.
En unos pocos años dormir será el nuevo sexo. Pocos tendrán a su alcance este lujo, todos lo querrán. Para que la gente común pueda vivir esta experiencia existirán hoteles de descanso perfecto aunque esté con seis husos horarios de “jet lag”. El futuro nos alcanzó.