Washington, 28 oct (PL) Las autoridades identificaron hoy a las 11 víctimas fatales del tiroteo ocurrido en una sinagoga de la ciudad de Pittsburgh, Pensilvania, considerado aquí el ataque más letal contra la comunidad judía de Estados Unidos en décadas.
En su mayoría ancianos, en la relación de muertos -ocho hombres y tres mujeres- aparecen, entre otros, Rose Mallinger, de Squirrel Hill, en Pittsburgh, la de mayor edad, tenía 97 años.
También dos hermanos, David y Cecil Rosenthal, de 54 y 59 años, respectivamente (los más jóvenes), y un matrimonio integrado por Bernice y Sylvan Simon, de 84 y 86, de Wilkinsburg, Pensilvania.
El alcalde Bill Peduto dijo en conferencia de prensa que el ataque acontecido ayer constituyó el «día más oscuro en la historia de Pittsburgh».
Sabemos que el odio nunca triunfará, que aquellos que intenten dividirnos por la forma en que oramos o por el lugar de dónde viven nuestras familias, perderán, afirmó Peduto.
Por su parte, Robert Jones, agente especial a cargo de la Oficina Federal de Investigaciones en Pittsburgh, confesó que lo que observó en la sinagoga fue «la escena del crimen más horrible» en sus 22 años en la agencia.
Los informes policiales confirman que el tirador, identificado como Robert Bowers, de 46 años, actuó solo el sábado cuando irrumpió en la Congregación del Árbol de la Vida, donde los fieles se habían reunido en un servicio de adoración matutino.
Armado con un rifle de asalto tipo AR-15 y tres pistolas, Bowers a su vez intercambió disparos con los agentes antes de encerrarse en una habitación del tercer piso del edificio. Al entregarse dijo que «quería que todos los judíos murieran».
Además de los fallecidos, otras seis personas resultaron heridas, entre ellas dos congregantes y cuatro policías.
Al individuo, quien dejó varios mensajes de odio en las redes sociales, le formularon la víspera 11 cargos estatales de homicidio agravado; seis de ataque agravado y 13, de intimidación étnica.
Al mismo tiempo fue imputado de 29 cargos federales como obstrucción a la libertad de ejercer creencias religiosas y la de usar un arma de fuego para matar.
Los cargos «podrían conllevar a la pena de muerte», advirtió el secretario de Justicia, Jeff Sessions.