México, 8 dic (PL) Más de 18 mil personas, en su mayoría de Centroamérica, han cruzado en las últimas seis semanas de Ciudad Juárez, Chihuahua, a El Paso, Texas, para solicitar asilo político, informó hoy Rubén García, director del albergue Casa Anunciación.
El jefe del albergue ubicado en El Paso dijo que una vez allí les inician juicio de deportación en libertad, pero aun así siguen recibiendo a la semana unos dos mil migrantes que piden asilo político, enviados por la Patrulla Fronteriza.
Casi todos llegan con documentos de autoridades migratorias en las que de manera oficial les informan de su juicio de deportación.
Aunque ahora es masiva, la situación allí no es nueva, pues desde 2013 la casa ha atendido a unos 150 mil refugiados en sus instalaciones, y hasta el día de hoy nunca han tenido necesidad de hablar a corporaciones policiacas para atender un problema de seguridad, expresó García.
Aclaró que se trata de migrantes que viajan en familia y en busca de mejores condiciones de vida, no son delincuentes. Los migrantes enfrentan el juicio en libertad, no por el gusto de los funcionarios migratorios, sino por la falta de capacidad para tenerlos detenidos, explicó.
Hoy se supo que agentes de la patrulla fronteriza detuvieron el miércoles en Arizona a 124 centroamericanos, entre los que hay menores. Los agentes de la estación Casa Grande interceptaron un primer grupo cerca de la población de Santa Cruz y por la tarde los agentes de la estación de Ajo detuvieron a un segundo grupo al poniente de la Garita Internacional de Lukeville, limítrofe con Donouts, Sonora.
En los centros de detención en Arizona identificaron a algunos que ya habían sido deportados antes, señalaron fuentes locales.
Entretanto, en Tijuana sigue el grueso de los caravanistas centroamericanos, muchos de los cuales han levantado carpas en las calles de la ciudad pues los albergues están abarrotados.
La mayor parte de ellos están viviendo un limbo legal pues Estados Unidos no recibe sus peticiones de asilo, y las fuerzas militares y policiales desplegadas a lo largo de la frontera les impiden atravesar los muros y las alambradas para internarse en territorio estadounidense. No obstante, insisten en mantenerse en Tijuana, Baja California.