Ciudad del Vaticano, 16 dic (Prensa Latina) El papa Francisco llamó hoy a construir una sociedad diferente, más acogedora, humana e incluyente en la cual no se descarten a los débiles de cuerpo o mente.
En una audiencia con miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores Ancianos, el sumo pontífice señaló que al arribar a esa etapa de la vida las personas no pueden ser consideradas como un peso, sino como un recurso y una riqueza, pues «son la memoria de un pueblo», demostrada en «su aporte a la actividad de voluntariado».
Comprometerse en el voluntariado, apuntó, promueve lo que se define como «envejecimiento activo», lo cual, añadió, contribuye a mejorar la calidad de la vida cuando faltan dimensiones importantes de la propia identidad como el papel de padres o el de los profesionales con la jubilación.
Francisco precisó que el reto mayor para la sociedad en los próximos años, será promover cada vez con mayor eficacia los recursos humanos de los cuales son portadores los ancianos, mediante redes de solidaridad donde los ancianos sean «sujetos protagonistas activos y no sólo objeto de acciones de tipo asistencial».
En ese sentido, destacó la necesidad del diálogo entre ancianos y jóvenes para construir «una sociedad más justa, más bella, más solidaria, más cristiana», porque «los jóvenes son la fuerza del camino de un pueblo y los ancianos revigorizan esa fuerza con la memoria y la sabiduría».
El papa subrayó que «considerando y viviendo» el envejecimiento como un período de aporte y diálogo se contrarrestará el estereotipo del anciano enfermo, invalido, dependiente, aislado, asediado por el miedo, relegado con una identidad débil por la pérdida de un papel social.
Por otra parte, se refirió a como los jóvenes son lamentablemente descartados muchas veces porque no tienen trabajo, mientras se hace lo mismo con los ancianos con el pretexto de mantener un sistema económico equilibrado al centro del cual no está el ser humano, sino el dinero.
¡Y eso está mal!, exclamó Francisco quien afirmó que «estamos todos llamados a contrarrestar esta cultura venenosa del descarte».