Moscú, 2 ene (Prensa Latina) Rusia rechazó hoy pretensiones territoriales expuestas por el presidente del parlamento de Estonia, Henn Polluaas, quien se remitió al Tratado de Paz de Tartús, firmado hace casi un siglo entre la Unión Soviética y esa nación europea.
Polluaas, en su mensaje de Nuevo Año, indicó que su país se rige actualmente por el mencionado tratado, rubricado en 1920 y por el cual la entonces Unión Soviética entregaba a Estonia parte de la provincia de Leningrado y de la región de Pskov.
Sin embargo, tras la liberación por el Ejército soviético de Estonia, en medio de la Gran Guerra Patria, y el paso de esa región a la jurisdicción soviética, el Tratado de Tartús quedó anulado y carece ahora de alguna fuerza jurídica.
El historiador Yuri Knutov recuerda que en 1999, cuando abandonó la Unión Soviética, poco antes de ingresar a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Estonia firmó un documento escrito, en cual reconocía la nueva frontera.
Al respecto, el presidente del comité de Relaciones Internacionales de la Duma (cámara baja rusa), Leonid Slutski, calificó de incorrectas las declaraciones del dirigente legislativo estonio y consideró que eran apresuradas, con un riesgo alto de daño para los nexos bilaterales.
De su lado, el diputado Anton Morozov estimó que el Tratado de Tartús es un documento histórico sin ninguna fuerza jurídica.
Los territorios a que aspira Estonia son parte inalienable de Rusia y las fronteras están internacionalmente reconocidas en los mapas, declaró por su parte el diputado de la Duma por Crimea Ruslav Balbek, citado por la agencia RIA Novosti.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, Estonia nunca presentó pretensión territorial alguna, recordó.
El vicejefe del comité de Relaciones Internacionales de la Duma, Alexei Chepa, declaró que Rusia no acepta ninguna tergiversación de la historia, ni ninguna anexión territorial, afirmó.
Algunos analistas recuerdan que Estonia esta en vísperas de una crisis económica, pues la UE suspende los subsidios, sobre todo en la esfera agrícola, y ello crea serios problemas para el diminuto país europeo de poco más de un millón 324 mil habitantes.
De ahí que el tema de la rusofobia aparezca ahora con más fuerza que nunca, estiman especialistas locales como Knutov.