Persigue Reino Unido post-Brexit a la caza de acuerdos de libre comercio

Néstor Marín

Londres, 2 mar (Prensa Latina) Imbuido en el fervor de la era post-Brexit, el gobierno conservador británico se prepara hoy para emprender negociaciones comerciales por separado, y casi al unísono, con la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.


Por un lado, este lunes se iniciará en Bruselas la primera ronda de pláticas entre los negociadores británicos y europeos, luego de concretarse la salida de Londres de la UE el 31 de enero pasado.


Según lo establecido en el tratado de retirada, ambas partes tendrán hasta finales del año en curso para definir los términos de sus futuros vínculos comerciales.


Las conversaciones se prevén, sin embargo, difíciles, sobre todo porque el primer ministro británico, Boris Johnson, amenazó con levantarse de la mesa en junio próximo si considera que para esa fecha no se han logrado avances significativos para firmar un acuerdo de libre comercio con su antiguo bloque.


El gobernante conservador exige un pacto libre de tarifas y aranceles similar al rubricado por la UE con Canadá, pero olvida que a Bruselas y a Ottawa le llevó casi siete años conseguirlo.


También descartó cualquier tipo de alineación futura con las regulaciones europeas relativas a los derechos laborales, los subsidios y el medioambiente, además de que se niega a permitir que los barcos del continente continúen faenando como hasta ahora en las zonas de pesca británicas.


Por otro lado, el gobierno británico anunciará este lunes los objetivos que perseguirá en el nuevo acuerdo de libre comercio que pretende firmar con Estados Unidos, y cuyas negociaciones iniciarán también este mes.


En opinión del Ejecutivo, ese pacto inyectará tres mil 400 millones de libras esterlinas (más de 4.3 mil millones de dólares) adicionales a la economía británica, sobre todo en sectores relacionados con la fabricación de cerámica, automóviles, alimentos y bebidas y los servicios profesionales, léase arquitectos y abogados.


Este acuerdo transatlántico reflejará la cercanía única que existe entre nuestras dos grandes naciones, aseguró Johnson, conocido por su admiración hacia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien le prometió un pacto «magnífico», una vez que el Reino Unido se librara de las «cadenas de la UE».


Dentro de los sectores políticos opositores locales, y también dentro del empresariado, existe, sin embargo, preocupación por el alcance de la venidera relación comercial con Washington, en particular después que el propio Trump dijo aquí el año pasado que «absolutamente todo» estaría sobre la mesa.


Aunque tanto el mandatario estadounidense como Johnson se apresuraron luego a aclarar que el sistema de salud pública del Reino Unido no formará parte del acuerdo, muchos temen que ese sector, sacrosanto para los británicos, quede a merced de las compañías de medicamentos y de los servicios médicos norteamericanos.   

El parlamentario laborista Barry Gardiner advirtió, por ejemplo, que esas promesas son falsas, tras apuntar que mientras el gobierno afirma que no rebajará las normas para la importación de alimentos, por otro lado dice que el pollo clorado y la carne tratada con hormonas son aceptables.


Es por eso que debe haber un proceso de escrutinio total y apropiado sobre este y todos los acuerdos comerciales, aseveró el diputado, quien se desempeña como ministro de comercio internacional en el gabinete opositor (a la sombra).


Los productores locales de alimentos también creen que serán afectados por la importación de productos más baratos y de menor calidad desde el otro lado del Atlántico.


El director para el Reino Unido del Centro Europeo de Economía Política Internacional, David Henig, aseguró, por ejemplo, a la cadena Sky News que Londres corría un gran riesgo al mantener negociaciones comerciales paralelas con Washington y Bruselas.


Tanto la UE como Estados Unidos querrán que adoptemos sus reglas de protección para los alimentos, pero no podremos hacerlo porque la UE no acepta determinadas regulaciones norteamericanas, apuntó.


Para el experto, el Reino Unido tendrá entonces que decidir con cuál de las reglas se queda, o adoptar una propia.


En su afán por reafirmar su nueva independencia post-Brexit y según sus propias palabras, restablecer la posición del Reino Unido como un líder mundial, Johnson también anunciará en breve los lineamientos para los acuerdos de libre comercio que pretende rubricar con Australia, Japón y Nueva Zelanda.


A tono con esa política, el gobernante conservador espera que para 2022, el 80 por ciento de todo el comercio exterior británico se haga en base a ese tipo de relación.