París, 2 may (Prensa Latina) Reanudación en el verano, partidos a puertas cerradas y hasta unos inéditos playoffs para definir posiciones sobresalían entre las variantes para que Francia cumpliera el anhelo de ver rodar otra vez el balón antes del otoño, hasta que el primer ministro Edouard Philippe lo dejó claro: la temporada 2019-2020 de fútbol terminó.
Para muchos era previsible que la Ligue 1 seguiría los pasos de la Eredivisie neerlandesa, la primera en Europa en cancelar la campaña por la impetuosa irrupción de la Covid-19, después de que el Gobierno advirtiera que en el actual contexto de crisis sanitaria el deporte no constituye una prioridad para la sociedad.
Al presentar el plan post-cuarentena en la Asamblea Nacional, Philippe fue categórico sobre la prohibición de celebrar antes de septiembre eventos con más de cinco mil personas, mencionando en particular el fútbol.
La Liga de Fútbol Profesional de Francia tomó de inmediato nota y adelantó que seguiría estrictamente las indicaciones del Gobierno y las autoridades sanitarias.
Por su parte, el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Noel Le Graet, manifestó en una entrevista exclusiva al diario bretón Télégramme que la Ligue 1, la segunda división, el Nacional 1 y la primera división femenina quedaron «definitivamente detenidas» y descartó que se juegue en el otoño, porque el calendario de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) lo impediría.
Las preocupaciones económicas estaban sobre la mesa desde la interrupción a mediados de marzo de la Ligue 1 y la segunda división, cuando el principal torneo galo no había completado la jornada 28, de las 38 previstas, con el París Saint Germain de cómodo líder, haciendo soñar a los parisinos con el tercer título en línea y una temporada quimérica, tras avanzar a la final de las Copas de Francia y de la Liga y romper en la Champions el maleficio de los octavos de final.
Los clubes sufrirán duras pérdidas, sobre todo los más pequeños, con un impacto estimado superior a los 1 000 millones de euros, al dejar de recibir ingresos por los derechos de televisión, patrocinio y venta de boletos.
Si bien el primer ministro Philippe fue claro, y Le Graet también, una extraña declaración del Ministerio de Deportes mantiene la esperanza de que la temporada 2019-2020 no muera, al aceptar la posibilidad de que en agosto se juegue fútbol a puertas cerradas.