Trump, Biden y la culpa de la derrota en Afganistán

Washington, 17 ago (Prensa Latina) La culpa del fracaso de Estados Unidos en Afganistán es como una papa caliente que nadie quiere cargar, ni el presidente Joe Biden, ni su predecesor Donald Trump (2017-2021).


Trump pidió el domingo la renuncia del actual mandatario por la estrepitosa salida de Washington de Kabul y aprovechó para reiterar su teoría de fraude en las elecciones de 2020.


Por su parte, Biden, que rara vez menciona al exgobernante, hizo hincapié en su nombre este lunes y también el fin de semana para recordar que la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán fue negociada originalmente por la administración Trump.


El magnate encabeza las acusaciones de los republicanos por el manejo de la situación en la nación de Asia Central, donde los talibanes controlan todo el país tras 20 años de ocupación estadounidense.


Como muchas otras personas, el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Steve Scalise, comparó este momento con la derrota de Estados Unidos en Vietnam en 1975. «Este es el Saigon de Biden», dijo en entrevista a la cadena CBS.


Si bien el mandatario aseguró hace un mes que no habría helicópteros para evacuar la embajada en Kabul, las imágenes de este domingo fueron muy similares a las de Saigón en 1975.


Por su parte, el representante republicano Michael McCaul dijo en el programa State of the Union, de CNN, que Biden «tendrá las manos manchadas de sangre» por la retirada de las tropas estadounidenses y la rápida toma del poder por parte de los insurgentes.


Subestimaron completamente la fuerza de los talibanes, consideró McCaul, miembro del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes.


Para los miembros de la fuerza roja es solo una justificación de la Casa Blanca considerar que la embestida de los rebeldes era poco probable debido al entrenamiento militar al ejército afgano y los millones de dólares gastados para equiparlos.


Los demócratas intentaron recuperar el control de la narrativa argumentando que ni Biden ni el pueblo estadounidense querían más sangre derramada en un conflicto extranjero extendido a dos décadas.


Aproximadamente dos mil 500 soldados norteamericanos permanecían en Afganistán cuando Biden asumió el cargo en enero pasado y en abril el gobernante dijo que cumpliría con la retirada pactada por la administración anterior, pero pospuso la fecha dos veces, la última el 31 de agosto.


Tras abogar durante años por poner punto final a la llamada «guerra interminable» en Afganistán, ahora Trump asegura que ese es el resultado militar más vergonzoso en la historia de la nación norteña e insiste en que bajo su mandato hubiera sido diferente.


El ejecutivo anterior negoció un acuerdo con los talibanes en 2020 con un plan para el repliegue total de las fuerzas a más tardar en mayo de este año a cambio de ciertos compromisos del grupo, como negar refugio a grupos terroristas capaces de actuar contra Estados Unidos.


Para la Casa Blanca la salida completa de los efectivos está respaldada en encuestas que señalan el bajo apoyo de los estadounidenses a la contienda iniciada en el 2001, luego de los ataques del 11 de septiembre en una supuesta cruzada contra el terrorismo.


En su pronunciamiento de este lunes, el jefe de Estado norteamericano evitó reconocer una derrota y culpó a los líderes afganos por el caos en ese país asiático por su incapacidad de negociar con los talibanes, ni defender su territorio. Sé que mi decisión será criticada, pero prefiero eso a pasar el problema a otro presidente, «es la decisión correcta para Estados Unidos», expresó Biden en respuesta a la ola de críticas a su decisión.


Lo cierto es que mientras de este lado del Atlántico unos y otros se culpan por el fracaso de la guerra más larga de Estados Unidos sin ni siquiera mencionar al expresidente George W. Bush, que ordenó la aventura bélica hace 20 años, los más perjudicados son los afganos.


La presencia de las fuerzas estadounidenses en vez de democracia y paz deja como legado a los afganos miles de civiles muertos y desplazados, así como un país en caos, inseguro, inestable y lleno de incertidumbre, opinan analistas.

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