La senadora Xóchitl Gálvez solicitó a la Fiscalía General de la República (FGR) reconsiderar la prisión preventiva domiciliario, por la prisión preventiva oficiosa en contra del ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin acusado por los delitos de delincuencia organizada, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Durante la sesión ordinaria de este martes, la senadora panista propuso lo anterior, luego de que al ex director de Pemex se le viera cenando en un lujoso restaurante en la Ciudad de México, pese a que es considerado un criminal confeso y porta un brazalete.
Actualmente, la acusación de la FGR contra Lozoya sigue en la fase de investigación complementaria, en la que la Fiscalía debe definir si le va a conceder al exfuncionario el criterio de oportunidad para que se suspenda su proceso, o si decide acusarlo para ir a juicio.
Mientras se define su situación Emilio Lozoya tiene que ir a firmar cada 15 días su libertad condicional, no salir del país y portar su brazalete que monitorea todos sus movimientos mientras se lleva a cabo su procedimiento penal.
La senadora dijo no coincidir con las palabras del presidente de la República en el sentido de que la actitud del ex director de Pemex funcionario “es legal, pero es inmoral”.
Sin embargo, la legisladora consideró que detrás de ese caso “hay un pacto de impunidad”, porque “no es posible que el señor Lozoya se dé el lujo de abandonar su arraigo domiciliario, que adujo a la periodista que lo demandó y a quien dijo que no podía presentarse a la audiencia con el juez porque estaba en arraigo domiciliario”.
Dejó en claro que no le importa a dónde cene, el problema es el mensaje que se le manda a millones de mexicanos de un “delincuente confeso, de un delincuente que recibió 10 millones de dólares en sus cuentas y que con el pretexto de criterio de oportunidad, donde anunció que presentaría una serie de Netflix y vídeos inculpando a otros personajes, a la fecha realmente han sido solamente dichos y no pasa nada”.
La legisladora comentó que la impunidad con la que se conduce este personaje en la Ciudad de México, pareciera que lo mantiene contento mientras el país tiene un quebranto de 10 millones de dólares.