Ciudad de México (Prensa Latina) La guerra por el agua surgida de la fértil imaginación de guionistas apocalípticos, en cuyas obras de ficción presentan parajes herrumbrosos salpicados de puntos verdes dispersos en los que aún quedan reservorios de agua, no parece estar lejos.
Por Luis Manuel Arce Isaac
Corresponsal jefe de Prensa Latina en México
No es que la Tierra de pronto perdiera su capacidad de generar agua, sin la cual sería imposible la vida en el planeta azul, sino que ese recurso está siendo hiperexplotado y convertido en una mercancía, aunque parezca contraproducente con la propia naturaleza del ser humano.
Tampoco puede culparse al cambio climático que transforma lentamente nuestro hábitat, porque no se trata de un proceso tan espontáneo y natural como algunos lo consideran, sino muy influido por la desidia y las ambiciones.
La escasez de agua -natural en algunas regiones del globo como el sufrido Sahel africano- y la contaminación de muchos reservorios, no es una obra unívoca de la naturaleza, pues tiene gran responsabilidad el desarrollo industrial, la modernidad y la flojedad en las leyes que deben decretarse para preservar el medio de cualquier tipo de agresión.
Si bien las sequías suelen atribuirse a diversos fenómenos atmosféricos muy estudiados por los científicos, nadie pone en duda los daños que ocasiona la expansión de la minería e industrias consumidoras de agua como la cervecera, o de cultivos como el aguacate que superan con creces los requerimientos del sector agropecuario, al menos en el caso de México.
COTIZADA EN BOLSAS DE VALORES
El agua siempre tuvo un precio, aunque enmascarado por otros factores que intervienen en los procesos de compraventa de terrenos, instalaciones de plantas industriales, construcción de infraestructuras. Un terreno agrícola o ganadero duplica su valor si es cruzado por un río, posee manantiales o tiene lagos.
Y aunque es un bien admitido como un derecho humano, el agua fue capitalizada a tal extremo que comenzó a cotizarse en las bolsas como una mercancía más, y de forma tan alevosa que incluso se creó un instrumento bursátil en California, a finales de 2018, para ponderar el precio en el mercado de valores y cotizar en las plazas de futuro. Se trata del Nasdaq Veles California Water Index (NQH2O) el cual, desde entonces, duplicó su valor después de una depreciación inicial en sus dos primeros años, señala un estudio del diario mexicano La Jornada.
El ya denominado «mercado del agua» entró a cotizar en el CME Group -la bolsa de derivados financieros más grande del mundo- con valor de 486,53 dólares la acción, la cual se disparó 104,2 por ciento en menos de dos años. En la actualidad su precio es de 998,95 dólares, lo cual representa 325 mil 851 galones de agua en el caso de la bolsa de California.
Por supuesto que no se trata de una venta física como las comunes, sino una especie de derecho de explotación de productores e industriales que requieren de grandes cantidades del líquido y buscan garantizar su uso en el futuro para no depender de los avatares de la naturaleza.
Global Water Intelligence explica que en la Bolsa Mexicana de Valores se puede invertir en el «mercado del agua», el cual se prevé tendrá un valor de 914 mil 900 millones de dólares en 2023, proyección que anticipa un crecimiento de 18,8 por ciento en cinco años.
La bolsa mexicana reporta que puede invertirse en empresas internacionales de tratamiento, almacenamiento e innovación del agua a través de Exchange Traded Funds (ETF), portafolios asociados a un sector y compuestos por porciones de activos de diversas compañías, lo cual los hace más baratos (https://bit.ly/3ygwg82).
El relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho al agua, Pedro Arrojo Agudo, condenó la cotización de futuros del líquido dado que, advirtió, la entrada al mercado NQH2O incitaría al comercio especulativo, más allá de los procesos de tratamiento o almacenamiento.
Arrojo Agudo pidió el 18 de marzo, Día Mundial del Agua, el fin de la apropiación, contaminación y sobreexplotación de las aguas subterráneas para salvaguardar los derechos humanos y mitigar riesgos sociales derivados del cambio climático; y conservar la funcionalidad de los ecosistemas, humedales y de ribera, cauces y, sobre todo, acuíferos en el subsuelo.
DENUNCIAS DE NACIONES UNIDAS
Naciones Unidas denunció este año que las aguas subterráneas se gestionan de facto, como si fueran propiedad del dueño del terreno en el que se perforó el pozo, lo que conduce a un consumo individualista y abusivo, y pone en peligro la realización de los derechos humanos al líquido potable y saneamiento, cuando debe ser considerado y gestionado como un bien común.
Las cifras son escalofriantes, pero molesta la indiferencia de muchos incapaces de reconocer el enorme sufrimiento que hay detrás de éstas.
La Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia admiten que mientras en las bolsas de valores se negocia el agua, más de dos mil millones de personas en el mundo carecen de servicios de agua potable gestionados de forma segura.
Más de la mitad de la población -cuatro mil 200 millones- carecen de servicios de saneamiento, 297 mil niños menores de cinco años mueren cada año debido a enfermedades diarreicas causadas por las malas condiciones sanitarias o agua no potable y el 90 por ciento de los desastres naturales están relacionados con el líquido.
Aunque es un paso de avance, el reconocimiento por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas del derecho humano al agua y al saneamiento en julio de 2010, tuvo escaso impacto en el negativo cuadro de cifras.
También está presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la instrucción de
garantizar la disponibilidad del agua y su gestión, y el saneamiento para todos. Las metas cubren tanto los aspectos del ciclo del agua como los sistemas de saneamiento.
Pero tampoco funcionó como se esperaba, aún cuando mejoró la situación en algunos países en desarrollo en el decenio 2005-2015.
Ahora estamos de lleno en otro Decenio Internacional para la Acción, Agua para el Desarrollo Sostenible, que comenzó en el Día Mundial del Agua el 22 de marzo de 2018 y terminará con la misma efeméride en 2028.
Además de los acuerdos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, están en vigencia el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, la Agenda de Acción de Addis Abeba 2015 sobre la Financiación para el Desarrollo, y el Acuerdo de París 2015 dentro del Marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pero el avance es poco perceptible.
Hay mucho por hacer para aliviar la crisis del agua, pero requiere de acciones conjuntas y obligatorias a fin de prevenir, por ejemplo, la sobreexplotación y la contaminación de las aguas subterráneas, los dos grandes retos con vistas a preservar este recurso, y el respeto al derecho humano sobre ese líquido vital para que no continúe usándose como una mercancía.
El reciente Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2022 dejó claro que, aunque la variabilidad climática y el cambio pueden jugar un papel importante, la mayoría de los casos de agotamiento de las reservas de agua subterránea a largo plazo se deben a la extracción intensiva y su mercantilización.
No es justo que en la dramática situación expuesta por Naciones Unidas, el agua siga siendo el oro líquido de los especuladores.