Estados Unidos, otra vez la agonía del posible cierre del gobierno

Washington, 29 sep (Prensa Latina) Estados Unidos vive hoy, como cada año, un ejercicio que es agónico, el peligro del cierre parcial del gobierno federal (shutdown) al agotarse sus fondos mientras la lucha por la financiación choca en un dividido Congreso.
A las 12:00 en punto de la medianoche del 1 de octubre comienza el nuevo año fiscal y si antes no se logró un acuerdo para prorrogar la financiación, ocurrirá el temido apagón gubernamental.
El espectáculo es increíble. En la mayor democracia del mundo – como ellos mismos se autotitulan- los miembros que integran el selecto club del Capitolio que, se supone, representen a los estadounidenses, discuten, debaten, y no hallan un punto común.
Las mayores diferencias están entre los republicanos de la Cámara de Representantes, que no terminan de unificar una propuesta para discutirla con los demócratas, y en ese escenario de confrontación las horas pasan.
Se espera que la Cámara Baja adopte este viernes un proyecto de ley provisional del Partido Republicano (que controla ese órgano del legislativo) para extender la  financiación más allá de la fecha límite del 30 de septiembre.
Si embargo, el presidente de ese cuerpo, Kevin McCarthy, parece carecer de los votos necesarios para aprobarlo.
El proyecto de ley provisional de su formación política pone énfasis en disposiciones fronterizas que son una de las condiciones que exigen para abordar un paquete de gastos, pero esto podría provocar un gran enfrentamiento entre McCarthy y los conservadores de línea dura de su partido que están en contra de una prórroga del presupuesto a corto plazo.
Para el actual dueño de mazo en la Cámara de Representantes, este sería el mayor desafío a su liderazgo, amenazado por el voto de destitución.
Algunas agencias federales, incluso congresistas, comenzaron a preparar planes de contingencia. El shutdown implicaría enormes repercusiones a nivel nacional porque se suspenderían muchos servicios y funciones no esenciales del gobierno.
Innumerables empleados federales no trabajarían hasta tanto se aprueben los nuevos presupuestos para sus agencias; además, servicios esenciales continuarán de forma ininterrumpida con la incertidumbre de que no sabrán cuándo se realizarán los pagos, como en las fuerzas armadas y de seguridad, al igual que los controladores aéreos.
También se suspenderían muchos servicios públicos, como los parques nacionales, la investigación científica, al igual que la entrega de préstamos para pequeños negocios o la aprobación de contratos gubernamentales.
Mientras, en ese escenario de alarma, el programa de cupones de alimentos, que sirve de sustento para millones de personas que en Estados Unidos viven en condición de pobreza, el conteo dice que solo dispondrá de fondos hasta mediados de octubre.
El presidente Joe Biden recomendó prepararse para lo peor, siempre, por supuesto, puso  el toque electoral al culpar a los contrarios.
«Un cierre del gobierno podría afectar todo, desde la seguridad alimentaria hasta la investigación del cáncer y los programas Head Start para niños», advirtió Biden.
Por ejemplo, el Senado -que controlan los demócratas- trabaja para sacar adelante un proyecto de ley bipartidista que mantendría abierto el Gobierno hasta el 17 de noviembre y proporcionaría ayuda adicional a Ucrania y socorro en caso de catástrofe, uno de los puntos de fricción en las actuales negociaciones.
Pero podría tardar hasta el lunes en aprobar el proyecto de ley para mantener abierto el Gobierno si el senador republicano Rand Paul decide, como prometió, dilatar el proceso de votación.
Paul exige la eliminación de los seis mil 200 millones en ayuda a Ucrania que contiene la iniciativa legislativa, según fuentes del hemiciclo.
Al menos por 21 ocasiones ocurrieron los cierres del Gobierno en Estados Unidos desde 1976, el más largo en 2019 durante la administración del entonces presidente Donald Trump. El shutdown se extendió por 34 días y la razón fue la de siempre: falta de acuerdo.
En aquel momento la Cámara de Representantes la dominaban los demócratas y el impacto económico fue de unos 11 mil millones de dólares, señalan cifras oficiales.
A lo largo de la historia, la mayoría de esos cierres se produjeron en un contexto de gobierno dividido en el cual la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso no están en manos del mismo partido, como ahora.