Ciudad de México, 3 nov (Prensa Latina) La caravana de migrantes que se dirige a pie a la frontera con Estados Unidos desde Chiapas continúa hoy su viacrucis a paso lento y deserciones pues ya la columna no está tan compacta.
Hace cinco días contando este viernes, que salieron desde Tapachula, en la frontera con Guatemala, para recorrer más de dos mil 800 km al río Bravo, y todavía se encuentran en territorio chiapanesco, concretamente en la localidad sureña de Huixtla, en medio de la incertidumbre si tendrán fuerzas y recursos para llegar a su objetivo.
En sentido general, las columnas se han disuelto solas después de salir de los linderos de Chiapas, aunque una gran parte escogen otros medios que no sean las marchas, y buscan cualquier tipo de transporte, incluido los techos de los vagones de trenes de carga.
Respecto de este último medio la situación se les ha complicado por los acuerdos del gobierno, las fuerzas armadas y los dueños de los ferrocarriles, para impedir que los usen por las grandes tragedias ocurridas que han dejado decenas de muertos.
El gobierno ha dicho que una gran mayoría de los migrantes no ha deseado acogerse a los programas que les han propuesto para quedarse en México, pues ya ellos vienen con sus planes, posiblemente coordinados con sus familiares ya radicados en Estados Unidos, de cruzar la frontera norte.
Por tal razón, la Guardia Nacional se ocupa de proteger las caravanas para impedir acciones contra ellos del crimen organizado que busca reclutarlos para integrar sus bandas, o para extorsionarlos.
Precisamente ayer en el Día de Muertos, la caravana hizo un alto en Huixtla para rendir homenaje a los cientos de migrantes que han fallecido en el tramo mexicano después de peligrosas andadas por la espesa selva del Darién en Panamá.
Algunos migrantes argumentan, de forma contradictoria, que el gobierno de México no les da los documentos necesarios del Instituto Nacional de Migración para viajar por sus medios por territorio mexicano y llegar a la frontera, y por eso se organizan en caravanas, siempre con el temor de que los deporten.
Otros, en cambio, han recibido de forma muy rápida su visa humanitaria que les permite quedarse trabajando en México. Lo cierto es que la caravana avanza lento por el sur mexicano como indicando que el éxodo no ha amainado a pesar de la cumbre de 12 países hace pocos días, aunque admiten que es muy poco tiempo para hacer evaluaciones de sus resultados.