París, 9 ago (Prensa Latina) Pocos dudan a la hora de pronosticar, pero nadie quiere perderse el duelo del Dream Team de Estados Unidos contra Francia este sábado, en la final masculina de baloncesto de los Juegos Olímpicos de París 2024.
Por Michel Dalí, enviado especial El fondo de armario de los estadounidenses, que cuentan con un entrenador multipremiado, es extraordinario. La constelación es tal, que se alinea alternativamente cuando alguna de sus estrella se descarrila.
Fue el caso ayer del emotivo duelo contra Serbia, que puso los pelos de punta al técnico Steve Kerr quien logró cinco anillos como jugador en la NBA y cuatro en su función actual con los Golden State Warriors.
Stephen Curry se desató en cuanto pudo hacer ajustes en la posición de los lanzamientos triples. Un par de pasos hacia atrás y gran parte de sus cruciales 36 puntos logrados desde la larga distancia. Sin embargo, no era suficiente para frenar a unos inspirados serbios, liderados por el MVP de la NBA en la temporada anterior, Nikola Jovic, junto con Bogdanovic, Avramovic, Micic y Guduric.
Un marcador final digno de un gran partido, 96-91, con la contribución esencial de Joel Embiid, que le echó un cable a Curry, además de la reacción tardía, aunque importante, de Kevin Durant y LeBron James.
Durant, por cierto, aspira a su cuarto cetro olímpico y Curry, que por lesión se perdió Tokio 2020, busca el primero. Todo esto, apostando a un Dream Team imbatible, algo que Francia quiere arruinar.
Víctor Wemby Wembanyama, Mejor Novato de la NBA y gran promesa de los San Antonio Spurs, quiere cambiar la dinámica a favor de los franceses. Su actuación en la liza olímpica no fue particularmente descollaste, si bien su presencia es indispensable.
Estar en una final olímpica aquí, en casa, es parte de un sueño hecho realidad. Es gran parte del objetivo que nos marcamos hace un par de meses. Pero tenemos la oportunidad de escribir historia de forma mucho más amplia. Es definitivamente una aspiración excepcional en la vida, apuntó a la prensa el gigante de 20 años y 2,24 metros de estatura.
Una aventura a la que se asoma Francia más con la mística del anfitrión, el frenético apoyo de su público, que con argumentos deportivos. El voluntarismo casi nunca funcionó en el deporte si no está apuntalado por soportes de capacidad y nivel de los jugadores.
Los galos, dirigidos por Vincent Collet, ya saborearon la plata en Tokio y se proponen cambiar el color de la medalla en París 2024. Sin embargo, no les bastará con una eventual brillantez de Wemby, y la contribución vital ofensiva de Guerschon Yabusele, Isaia Cordinier, Evan Fournier y el veterano Batum.
No se les puede quitar los méritos de doblegar a dos de los contrincantes más difíciles del torneo, Canadá y Alemania en cuartos y semifinales, respectivamente, aunque tampoco se puede olvidar el resbalón casi fatal ante Japón, al que vencieron en tiempo extra.
La irregularidad de los franceses no es menos que la de Estados Unidos. Con la diferencia, enorme, de una plantilla tan profunda en la cual Kerr puede acudir a Anthony Davis, Devin Booker, Jrue Holiday o Anthony Edwards en cualquier momento.
«Es impresionante los cambios que han hecho en su estilo (…), son muy físicos, están jugando realmente duro. Tenemos que estar preparados para ese nivel físico y superarlo», comentó Kerr.
Pueden pasar locuras, es una final y debemos estar alertas, señaló Curry, al recordar que el Dream Team juega por quinta vez consecutiva por la medalla de oro olímpica. En París quedó demostrado que están los mejores del mundo.
La razón que explica lo reñido de la lid es bastante sencilla. El ingreso a la NBA de jugadores de todas las latitudes amplió el diapasón del certamen y el reparto de sus estrellas es abarcador. Ya no es tan fácil al Dream Team arrasar y Francia intentará impedirlo este sábado en la Arena Bercy.