La expectativa de crecimiento económico para 2014 se reduce de 2.7 a un rango de 2.1 a 2.6, según el comunicado de la Secretaría de Hacienda del pasado 21 de noviembre, tras conocer los resultados del Inegi sobre el Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre del año. Hasta mayo la previsión era de 3.9 y bajó a 2.7 por ciento.
Previamente, el Banco de México (Banxico) informó que el rango de crecimiento del PIB de este año estaba entre 2 y 2.5 por ciento. De acuerdo con el Inegi, en el tercer trimestre del año el PIB creció 2.2 y durante los nueve meses apenas logró 1.9 puntos porcentuales.
En ese mismo periodo, los tres sectores de la economía registraron un crecimiento de: 3.9 en el sector primario (agricultura, ganadería, silvicultura y pesca); 1.6 en industria, y 2.0 por ciento para el sector servicios.
Son muy pobres los resultados y muy altas las expectativas que se generaron, pero que también se prometieron.
El Plan Nacional de Desarrollo (PND) habla de un crecimiento para 2015 del orden del 5.2 por ciento, que resulta imposible. Habría que recordar: en 2013 apenas se alcanzó el 1.3 por ciento, menor al crecimiento de la población, y por tanto con disminución del PIB per cápita.
Como comparsa de este crecimiento tan mediocre está la inflación que castiga el bolsillo. Conforme al reporte del Inegi, para el mes de octubre la tasa de inflación fue de 4.30 anual, por encima de la meta que fija Banxico.
Aunque en realidad este crecimiento de los precios fue mucho mayor, ya que la llamada inflación no subyacente fue de 7.51 puntos porcentuales. Ésta mide la variación de los precios en productos agropecuarios (frutas y verduras); energéticos y tarifas del gobierno, y su incremento es alto, del 6.93 por ciento.
En la clasificación subyacente están: alimentos, bebidas y tabaco –un rubro de vital importancia–; su inflación fue de 5.33 puntos porcentuales. Como bien se puede apreciar, todos estos precios crecieron por encima del 4.30, cifra oficial, y por supuesto muy por encima de los incrementos salariales.
Resulta muy “conveniente” la clasificación de inflación subyacente y no subyacente, ya que hace posible disfrazar los incrementos de los precios en los reportes oficiales.
Además la consabida cuesta de enero será más complicada que en años anteriores por el aumento anual de las gasolinas y el impacto que tendrá en los otros precios, ya que conforme a lo aprobado en el Congreso de la Unión, este aumento será anual y estará en función del nivel de inflación para ese mes. En síntesis: más pobreza.
Pobreza que claramente se ve reflejada en los incrementos del llamado “Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza” (ITLP), medido por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Como es sabido, este índice muestra la tendencia del porcentaje de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso laboral. Si el índice sube, significa que aumenta el porcentaje de personas que no pueden comprar una canasta alimentaria con su ingreso laboral.
Al tercer trimestre del año el ITLP creció 3.1 puntos porcentuales, respecto al mismo periodo de 2013. Por cierto, una cifra por encima del crecimiento del PIB.
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Sin embargo, en algunas entidades su crecimiento fue mucho mayor. Es el caso de Campeche, Quintana Roo y Sinaloa, cuyos incrementos superaron 11.0 por ciento. Tal como se aprecia en la gráfica, el Distrito Federal muestra un crecimiento de 9.1 puntos porcentuales; Tamaulipas 9.3, y Veracruz 8.7 por ciento.
Quiere decir que en esos lugares del país está creciendo a ritmos acelerados la población que no alcanza a cubrir la canasta alimentaria con sus salarios, debido en buena medida al crecimiento de los precios y a la rigidez salarial.
Para el tercer trimestre de 2014, las cuatro entidades donde se registra el ITLP más alto son: Baja California, DF, Nuevo León y Sinaloa. Sin duda se está configurando un nuevo mapa de pobreza urbana.
En el caso particular del DF, esta situación se conjuga con su alta tasa de desempleo abierto (TDA), que es superior a la nacional. Según el reporte correspondiente a octubre de Enoe-Inegi, registra una TDA del orden de 6.93, mientras que la nacional fue de 4.71 puntos.
P.D.
Justificada ira social. La puntilla de toda esta grave situación o la cereza del pastel, como algunos analistas apuntan, es el “descubrimiento” de la llamada “Casa Blanca” de las Lomas, con un valor de 7 millones de dólares, adquirida por la pareja presidencial.
Igual está el telenovelero video “explicativo” de Angélica Rivera, cargado de soberbia, que confirma el conflicto de intereses implicado, al ser favorecidos por una empresa contratista (Grupo Higa), que realizó y realiza importantes obras del gobierno federal y estatal, su contratista de cabecera.
Todo ese desfile de ingresos millonarios que se mencionan en el video de referencia es una bofetada violenta para la enorme pobreza y desigualdad en que viven millones de personas, además de expresada con nula sensibilidad política y ningún respeto ciudadano. ¿Cuál voluntad popular?
En el colmo de los colmos están las declaraciones cómplices de la supuesta “oposición”. El diputado Silvano Aureoles, del PRD, coordinador de la Cámara de Diputados, en una entrevista afirmó que el asunto de la “Casa Blanca” es privado.
Cuando en realidad deberían estar impulsando y conformando una comisión de alto nivel que investigara hasta sus últimas consecuencias este asunto; tanto el de la casa supuestamente adquirida por la primera dama, como la otra casa (del mismo contratista), utilizada por EPN en la campaña presidencial.
Pretenden tapar el sol con un dedo, gobernar de espaldas a las mayorías y mantener un guión “Televiso”, que es apologético y fantasioso, muy lejos de las realidades nacionales y sus necesidades.
Tendrían que aprehender que este país no se gobierna con el “glamour” de las estrellas de telenovela y su caduco guión, más bien parece un “sketch” cómico-trágico.