Río-2016 y los dolores del fútbol brasileño

Por Héctor Miranda

Río de Janeiro, 8 ago (PL) Los amantes del deporte en Brasil aguardan hoy por el primer título en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y se desesperan ante la falta de acierto de la selección masculina de fútbol, que amenaza con marcharse antes de tiempo.
Los entusiastas aficionados que llenan cada día las instalaciones, o los que siguen por televisión los Juegos Olímpicos, creen que es hora de entrar en el medallero con una presea de oro. Consideran que es lo menos que se le puede pedir a la delegación anfitriona.
Sin embargo, la mayoría cambiaría esas medallas por victorias del equipo masculino de fútbol, cuyo accionar marca el andar del país, por más que algunos le dediquen abucheos tras cada fracaso.
Puede ganar la escuadra femenina con goles de la idolatrada Martha, o hacer las delicias de la afición las diferentes parejas del voleibol de playa, el baloncesto o las poderosas escuadras de voleibol, pero lo del fútbol es diferente y la torcida -esa inmensa legión de fieles seguidores- quiere ver los frutos.
Brasil nunca ganó un título olímpico en el fútbol. En su amplísimo palmarés, tal vez el más grande del mundo, falta esa presea y en Río de Janeiro, en casa, todo estaba listo para ver a Neymar y compañía en la cima del podio.
Dos empates en otras tantas apariciones ante Suráfrica e Iraq llenaron de dudas a los aficionados y pusieron en evidencia los problemas del más universal deporte en el país.
Brasil cede terreno. Sus clubes ya no son tan sólidos en competiciones continentales y sus selecciones asisten a los torneos como participantes simples y sin el glamour de siempre o el miedo que provocaban a los contrarios.
Ya no está Ronaldo. Ronaldinho cuelga los botines en cualquier liga. Kaká se arrastra en el torneo profesional de Estados Unidos y la sombra de Dunga perdura sobre la escuadra nacional y hace daño.
Faltan entrenadores. Se extraña al Lobo Zagallo y a laterales como Roberto Carlos y Cafú, y se siente la falta de compromiso de algunos de los que visten la casaca nacional.
Muchos aficionados están molestos con Neymar, cuyos goles no acaban de aparecer, a pesar de que la Federación lo excluyó de la Copa América del Centenario, en Estados Unidos, para reforzar la escuadra olímpica.
Hasta ahora no aportó nada y hay voces que insisten en que sea mandado al banquillo.
En Brasil aún duele lo del Maracanazo, aquella derrota ante Uruguay en la final del Mundial de 1950 en el mítico estadio de Río de Janeiro, y también escuece la goleada recibida a manos de Alemania en 2014, también como sede mundialista.
Un revés en los Juegos Olímpicos, incluso sin poder alcanzar la segunda ronda, sería demasiado para una afición exigente que poco a poco pierde la confianza en sus futbolistas.

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