Medio año en el poder: la balanza se inclina contra Trump

Por Martha Andrés Román

Washington (PL) Cuando el 20 de enero Donald Trump asumió como presidente estadounidense, quizás estaba lejos de pensar que medio año después enfrentaría el nivel de aprobación más bajo en siete décadas, varias derrotas legislativas y una interminable polémica.
Pocos días antes de su llegada al poder el republicano indicó que la derogación y el reemplazo de la ley sanitaria conocida como Obamacare vendría muy rápido, y pasadas varias semanas de su administración, en marzo, lo repitió ante miembros del Congreso.
Sin embargo, un fracaso tras otro han marcado los intentos republicanos en el Senado por avalar una normativa que sustituya la Ley de Cuidado de Salud Asequible, y esa promesa, por el momento, parece que continuará incumplida.
La opción ahora es buscar su eliminación sin tener un reemplazo, aunque esa alternativa también carece hasta ahora de los votos suficientes, en lo que varios analistas consideran resultado de la incapacidad del mandatario para entender las reglas de funcionamiento del legislativo.
Varias prioridades de su agenda, como la reforma fiscal, aún no están próximas a entrar en el centro de atención de representantes y senadores; y otras, como el presupuesto para 2018, tienen por delante obstáculos complicados.
Trump responsabiliza de estos y otros problemas, entre ellos que no se hayan podido llenar varios cargos de su administración, a la postura de los demócratas, fuerza que se opone a la gran mayoría de las iniciativas y propuestas del partido rojo.
Pero el hecho de que los republicanos, poseedores de superioridad numérica en las dos cámaras del Capitolio, hayan fallado incluso en temas en los cuales requerían una mayoría simple, evidencia problemas internos de esa fuerza política que afectan al ejecutivo.

RUSIA, COMEY Y LA INCESANTE CONTROVERSIA
Durante los primeros 100 días de Gobierno, fecha que suele marcar el primer balance del desempeño de un mandatario, Trump debió enfrentar escándalos relacionados con la supuesta interferencia rusa en las elecciones de 2016 y una presunta complicidad con su equipo de campaña.
Sin embargo, desde mayo ese tema se ubicó en el foco de atención mediática del país y se ha mantenido ahí con gran fuerza, hasta llegar a relegar a segundos planos otras importantes aristas de la administración, incluidos algunos logros del jefe de Estado.
La decisión del presidente de destituir el 9 de mayo al entonces director del Buró Federal de Investigaciones James Comey, quien era la figura más visible de las pesquisas sobre los comicios del pasado año, llevó el debate a un nuevo nivel.
El testimonio del despedido extitular de que Trump le pidió lealtad y que dejara pasar una investigación sobre su exasesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, fue negado por la Casa Blanca, pero motivó que varios sectores acusaran al gobernante de obstrucción de la justicia.
Tal coyuntura, unida a otros factores, ha lastrado el deseo expresado por el republicano de reparar las relaciones con Rusia, y pese a reunirse recientemente con su homólogo Vladimir Putin y decirse interesado en cooperar en diversos temas, es muy fuerte la presión interna que le exige mayor confrontación con el país euroasiático.

LAS POLÉMICAS POLÍTICAS MIGRATORIAS
La cuestión migratoria fue medular en su discurso como candidato presidencial y se mantuvo como tal tras la llegada al cargo, y desde entonces se han sucedido las polémicas medidas contra la inmigración ilegal o la entrada de refugiados y musulmanes.
El aumento del número de deportados sin antecedentes penales, constantes amenazas a las llamadas ciudades santuario, solicitud de mayores fondos para la frontera y para construir su anunciado muro en los límites con México son algunos ejemplos de esas políticas.
Numerosas manifestaciones en todo el país se han opuesto a esas reglas que, según consideran organizaciones de derechos civiles, criminalizan la inmigración y separan a las familias.
También multitudinarias fueron las protestas contra su veto de viajes para impedir la entrada a Estados Unidos de nacionales de Irán, Siria, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, y de refugiados de cualquier origen.
Una orden ejecutiva de ese tipo se emitió en enero y falló en los tribunales, por lo que el jefe de Estado firmó una nueva versión en marzo, que también fue bloqueada por la justicia y se encuentra pendiente de revisión en la Corte Suprema.
Mientras tanto, esa entidad autorizó la puesta en vigor del veto de forma parcial, del cual quedan eximidas solo aquellas personas que prueben tener una relación de buena fe -familiar, estudiantil o laboral- en este país.

POLÍTICA EXTERIOR, ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE: «EE.UU. PRIMERO»
El eslogan de campaña «Make America Great Again» (Hacer a Estados Unidos grande otra vez) dio pie a una estrategia bautizada como Estados Unidos Primero que abarca ámbitos como la política exterior, la economía, el comercio, la energía y el medio ambiente.
Bajo ese principio, Trump describe todas sus decisiones como beneficiosas para los estadounidenses, destinadas a recuperar puestos de trabajo, a eliminar lo que él califica como acuerdos económicos terribles y a impedir que otras naciones se aprovechen del territorio norteño.
El gobernante ha resaltado que bajo su administración los mercados de valores alcanzaron nuevos máximos, los números de empleo están en su mejor nivel en 16 años y la producción energética tiene un gran desempeño.   Muchos datos que el presidente ha mostrado en algunas de sus publicaciones en Twitter son validados por especialistas, pero algunos cuestionan hasta qué medida Trump puede tomar crédito por ellos, dado que en algunos casos responden a tendencias que se iban registrando desde antes de su arribo a la Casa Blanca.
De cualquier modo, podría ser demasiado pronto para calibrar el verdadero resultado de sus medidas económicas, cuando muchas de ellas aún permanecen en el concepto y todavía no se avanza en temas como la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que deberá comenzar el 16 de agosto.
Fuera de los resultados en casa, su mensaje nacionalista y proteccionista no ha sido bien acogido en el exterior, donde enfrenta críticas de socios tradicionales como Alemania y otras naciones europeas que suelen defender una agenda de libre comercio.
Mucho más rechazo global generó su decisión de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático, lo cual dejó a su país aislado en ese tema en la reciente Cumbre del Grupo de los 20.

LA GUERRA CON LOS MEDIOS Y LA GRAN DESAPROBACIûN   Durante su presidencia Trump prácticamente ha convertido a la red social Twitter en un campo de batalla en el cual aborda las cuestiones más variadas y en el que encontró un blanco habitual de ataque: los medios de comunicación.
En esa guerra, en la que CNN es la principal diana, el mandatario constantemente critica las «noticias falsas», rechaza sondeos y llega a enrolarse en arremetidas personales contra presentadores de televisión, en tonos que han llegado a ser calificados como no presidenciales.
Los medios, por su parte, no dejan pasar oportunidad para condenar cualquier acción del republicano que consideren reprochable, y lo mismo reportan un gran escándalo que invierten horas de trasmisión en interpretar el significado de un mínimo gesto del gobernante.
En medio de ese escenario, Trump expresó en una reciente entrevista con la agencia Reuters que no hay nada que no estén haciendo bien. «La Casa Blanca está funcionando muy bien, a pesar del engaño creado por los demócratas».
Con ese criterio parece discrepar la mayoría de los estadounidenses, pues un sondeo difundido el 16 de julio por la cadena ABC y el diario The Washington Post arrojó que tiene el nivel de aprobación más bajo registrado por cualquier dignatario en sus primeros seis meses en el cargo.
Según la encuesta, solo un 36 por ciento de los entrevistados aprueba su desempeño, una baja cifra a la que solo se acercó Gerald Ford (1974-1977), con un 39 por ciento en febrero de 1975, mientras que su índice de desaprobación es del 58 por ciento.

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