Addis Abeba, 27 jul (PL) Aquellos que no tienen nada para perder son como si no existieran, aseguran hoy expertos: no pueden evaluar el riesgo de embarcarse en un neumático e iniciar la aventura migratoria, en la cual, probablemente, perderán la vida.
Pueden morir en el anonimato o podrán ser noticia de primera página si son encontrados frente a las inhóspitas costas europeas.
De los que consiguen cruzar la frontera solo unos pocos consolidan su proyecto de mejora personal a través de un empleo digno, recuerdan los analistas.
Pero la falta de desarrollo económico, el déficit democrático y el desplazamiento masivo de poblaciones huyendo de penurias extremas, son hechos sobradamente conocidos por los africanos, sobre todo desde que sus comunidades originarias fueron divididas artificialmente por los antiguos colonizadores.
Para el resto del mundo y para la Unión Europea tales hechos están empezando a dar la cara ahora, subraya el investigador del Centro de Estudios Estratégicos, Seid Mehammed.
Desde enero de 2014, han muerto y desaparecido 28 mil 52 personas mientras intentaban alcanzar otros países a través de las principales rutas migratorias del mundo.
Según los datos de Missing Migrants Project (Proyecto de Migrantes Desaparecidos) de la Organización Internacional para las Migraciones, 2015 y 2016 fueron los más trágicos.
Aunque desde 2017 se ha producido un significativo descenso, el bravo mar que separa el denominado «viejo continente» de la tierra de los antepasados del ser humano continúa siendo el tramo donde se producen más decesos y desapariciones.
A través de ella discurren diferentes travesías que cruzan la zona central de la masa de agua (Italia), la parte oriental (Grecia y Chipre) y la occidental (España).
Únicamente teniendo en cuenta el registro de llegadas referentes a esas cuatro naciones, se puede afirmar que el Mediterráneo es la vía más empleada por los indocumentados, manifiesta Worku Belachew, especialista del Instituto Etíope de Análisis Migratorios.
La ruta que corresponde a la del Mediterráneo Central tiene su origen en el Cuerno de África, Túnez o Libia, y los destinos principales son las costas de Sicilia, la isla de Lampedusa o Malta.
De las tres travesías esa es donde un mayor número de migrantes perdieron la vida, al tomar en cuenta los datos de Missing Migrants Project; hasta el 19 de julio de 2018 se tiene constancia de 14 mil 630 fallecimientos, de las cuales cuatro mil 581 corresponden a 2016.
Con unas cifras menores se encuentra la ruta del Mediterráneo Oriental, donde en el mismo periodo murieron mil 477 personas, y el 2015 fue el más letal, señala Belachew, quien dirige las discusiones para buscar estrategias efectivas contra la salida ilegal en Etiopía, territorio que aporta buena parte de quienes buscan asilo en otros lugares.
Los migrantes que viajan por esta travesía, entre Turquía y Grecia, suelen ser refugiados que huyen de la guerra de Siria.
El Estrecho de Gibraltar es un enclave principal en el itinerario del Mediterráneo Occidental; los que optan por esta vía llegan hasta diferentes puntos de la costa española, pero también de la francesa.
De acuerdo con observadores, África tiene tres principales puntos de origen desde los cuales comienzan las rutas migratorias. Los que salen del norte escogen el Mediterráneo y, en su mayoría, provienen de Libia, pero también inician la travesía desde Marruecos, Túnez o Argelia.
Dentro de la trágica situación y la alta mortalidad, los datos referentes a este concepto son menores que los registrados en la frontera de México con Estados Unidos, apunta Mehammed.
Desde la región subsahariana confluyen distintos flujos migratorios, uno dirigido hacia el norte y otro hacia el sur.
Hay quien emplea el desierto del Sáhara para llegar hasta Argelia y alcanzar la costa, mientras los migrantes que se dirigen hacia la parte oriental del sur cruzan República Democrática del Congo (RDC), donde se registraron el mayor número de muertes en 2018.
Estadísticas internacionales dan cuenta de que en RDC se produjeron 47 de las 102 muertes contabilizadas: todos ellos terminaron ahogados en el Ubangui, uno de los principales afluentes del río Congo.
Otra de las rutas es la que da comienzo en el Cuerno de África y tiene como destino Italia y Malta; Uganda, Somalia, Etiopía, Kenya o Djibouti son algunos de los lugares de procedencia de quienes se dirigen a la Península Arábiga atravesando el Mar Rojo o el Golfo de Adén para, en el mejor de los casos, terminar como esclavos en cualquier remota región del orbe.