Washington, 30 oct (PL) El presidente estadounidense, Donald Trump, viajará hoy a Pittsburgh, Pensilvania, para manifestar respaldo a la comunidad y los familiares de los 11 muertos en un tiroteo ocurrido allí tres días atrás.
La visita del mandatario se producirá pese a la solicitud de diversas voces de no realizar ese viaje hasta que el mandatario rechace los crímenes por odio.
Según Marianne Novy, una profesora jubilada y residente en el vecindario donde se encuentra la sinagoga de la Congregación del Árbol de la Vida, sede de la matanza, el lenguaje de Trump ha alentado el odio y el temor a los inmigrantes.
Por su parte, el alcalde de Pittsburgh, el demócrata Bill Peduto, estimó que la Casa Blanca debió preguntar a los familiares de las víctimas si querían el acompañamiento del jefe de Estado.
Si el presidente quiere venir a Pittsburgh, le pediría que no lo hiciera mientras estamos enterrando a los muertos, puntualizó Peduto en alusión a los funerales que están programados para este martes.
Rob Bowers, ahora en prisión sin fianza mientras se analiza el caso, dejó también heridas a seis personas, de ellas cuatro policías, al disparar en el mencionado lugar, donde expresó que había que matar a todos los judíos.
Sarah Sanders, vocera de la Casa Blanca, precisó ayer en conferencia de prensa que la primera dama, Melania, acompañará en el viaje a su esposo.
«Esta atrocidad fue un acto escalofriante de asesinato en masa, un acto de odio y, sobre todo, un acto del mal», consideró la portavoz.
Manifestó además que el antisemitismo representa una plaga para la humanidad y es responsable de muchos de los peores horrores de la historia, por lo cual, agregó, todos tenemos el deber de enfrentarlo.
A juicio de Sanders, los estadounidenses de todas las confesiones religiosas están «en luto» por las «preciosas vidas que fueron robadas».
«El pueblo estadounidense rechaza el odio, la intolerancia, los prejuicios y la violencia. Somos una nación que cree en la libertad religiosa, la tolerancia y el respeto», sostuvo.
Bowers, de 46 años de edad, tuvo ayer su primera comparecencia ante una corte y deberá regresar pasado mañana para una audiencia preliminar.
Renunció a una lectura de los 29 cargos que enfrenta por el hecho, el cual la Liga Antidifamación calificó como el ataque más mortal contra la comunidad judía en Estados Unidos.
De acuerdo con una descripción del
diario The New York Times, el acusado se presentó ante el juez Robert C. Mitchell en el palacio de justicia federal del centro de Pittsburgh en una silla de ruedas, como resultado de las heridas recibidas en el enfrentamiento con la policía.
Las imputaciones incluyen obstruir el libre ejercicio de las creencias religiosas, un crimen de odio que puede llevar a la pena de muerte, divulgaron reportes de prensa.