La final de la liga estadounidense de fútbol americano (NFL) recuerda al gran clásico literario de Augusto Monterroso: cuando volvió el Super Bowl, Tom Brady aún estaba ahí…
No es que el legendario mariscal de campo de los New England Patriots sea un dinosaurio, aunque ya tiene 41 años de edad, pero es que su presencia ya es recurrente en estas instancias.
Su próxima cita con la gloria será el 3 de febrero, en Atlanta, cuando los «Pats» del entrenador jefe Bill Belichick enfrenten a Los Angeles Rams por la discusión del trofeo Vince Lombardi.
Considerado ya el mejor «quarterback» o mariscal de campo de la historia, Brady disputará su novena final, de las cuales ha ganado cinco, para afianzar a New England como una dinastía deportiva.
El morbo está en ver si el tiempo no ha opacado sus facultades, ni minado la potencia de su brazo y la rapidez de su reacción mental para descubrir brechas y encontrar al receptor más abierto.
Su último «milagro» fue conquistar en tiempo extra el boleto a Atlanta, sede de la gran final, a costa de unos Kansas City Chiefs que partían como favoritos para imponerse a los Patriots.
De hecho, el mariscal Patrick Mahomes puso en aprietos a la defensa de los «Pats», para cerrar un año de lujo en el que los Chiefs ganaron su tercer título divisional al hilo.
Además, Mahomes se convirtió en el segundo mariscal en la historia de la NFL con 50 pases de «touchdown» y más de cinco mil yardas en una campaña.
Su valor en el mercado subió, y si las lesiones lo respetan, parece llamado a hacerse sentir en esta disciplina.
Al final los Patriots ganaron 37-31 en Arrowhead, feudo de los Chiefs: ambos equipos alternaron la ventaja y los anfitriones llegaron a la prórroga con un dramático gol de campo de Harrison Butker, pero hasta ahí llegaron.
New England se adueñó del emparrillado y anotó el lapidario «touchdown» con un corto acarreo de Rex Burkhead, que extendió a 49 los años que lleva Kansas City ausente de un Super Bowl.
Poco antes, los Rams vencieron 26-23 a New Orleands Saints, en partido intenso pero manchado por un decisivo error arbitral en los minutos finales.
Tras una larga serie dirigida por Drew Brees, el veterano mariscal lanzó el ovoide al receptor abierto Tommylee Lewis por la banda derecha, pero el defensa angelino Nickell Robey-Coleman hizo contacto con el jugador y el pase fue declarado incompleto.
El propio Robey-Coleman confesaría luego que se vio rebasado y tuvo que cometer la falta, y la liga también reconoció la pifia, pero los oficiales no sancionaron la violación.
El entrenador Sean Payton reclamó airado la interferencia, pero los oficiales mantuvieron su decisión y los Saints tuvieron que conformarse con un gol de campo de 31 yardas de Wil Lutz para irse arriba 23-20.
En la siguiente posesión, los Rams anotaron tres puntos para forzar el tiempo extra, en el cual Greg Zuerlein pateó un gol de campo de 57 yardas, para sellar la polémica victoria angelina.
Así los Rams, radicados en Los Angeles hace solo tres años, disputarán su primer Super Bowl desde 2001, cuando aún jugaban en Saint Louis y eran conocidos como «The Greatest Show on Turf», algo así como el «espectáculo más grandioso sobre la grama».
Para la gran final sobresale el duelo de «quarterbacks» entre el veterano Brady y el joven Jared Goff (24 años), quien necesitará algo más que brazo y talento para encarar a una leyenda viva de este deporte.
Igual, el pasado año el suplente Nick Foles aceptó el reto y guió a los Philadelphia Eagles al triunfo sobre los Patriots en un Super Bowl intenso, divertido y en el que, como siempre, también se lució el «viejo» Tom.
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