Londres, 19 ene (Prensa Latina) Luego de tres años en que el Brexit fue la palabra de orden en el Reino Unido, la ruptura del príncipe Enrique y su esposa Megan con la monarquía acapara hoy la atención de los británicos.
El «Megxit», como le llaman los tabloides, inició a principios de la semana pasada, cuando los duques de Sussex divulgaron un comunicado en que el anunciaban su decisión de alejarse de la realeza y mudarse a Canadá.
Queremos pasar a un segundo plano como miembros de la Familia Real y trabajar para ser independientes desde el punto de vista financiero, aunque seguiremos apoyando a Su Majestad La Reina, explicó la popular pareja.
Tanto Enrique, sexto en la línea de sucesión a la Corona británica, como su esposa, una actriz norteamericana con la que se casó en 2018, se habían quejado con anterioridad del constante escrutinio mediático al que era sometidos, y dijeron que no deseaban lo mismo para su hijo recién nacido.
La víspera, la reina Isabel II aseguró por medio de un comunicado que apoyaba el deseo de la pareja de independizarse, y le deseó felicidad y paz en su nueva vida.
Con posterioridad, el Palacio de Buckingham emitió otro texto en el que fijaba los términos de la nueva relación de Enrique y Megan con la familia real.
Según la decisión, los duques de Sussex no podrán utilizar más su título de alteza real ni los nombramientos militares, y no serán elegibles para recibir fondos públicos, además de que tendrán que devolver los 2,4 millones de libras esterlinas que se gastaron en la renovación de su residencia ubicada en las inmediaciones del castillo de Windsor.
Como era de esperar, los tabloides británicos, a los que Enrique les tiene ojeriza desde el fallecimiento de su madre, la princesa Diana, quien murió en un accidente de tránsito en 1998 en Paris mientras era perseguida por fotógrafos, hacen su agosto con este nuevo escándalo que sacude a la monarquía.
Para muchos, pese a su tono conciliador, la decisión de la reina Isabel II constituye un castigo para su nieto rebelde, cuya actitud solo es comparable con la asumida por el rey Eduardo VIII, quien en 1936 abdicó al trono a favor de su hermano y padre de la actual monarca, para poder casarse con Wallis Simpson, una norteamericana divorciada.
El primer ministro Boris Johnson también tomó cartas en el asunto, al asegurar este domingo desde Berlín, donde asiste a una conferencia internacional sobre Libia, que todo el país le desea lo mejor a la joven pareja en el futuro.
Por lo tanto en Brasil:
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