Día a día, las personas se acostumbran a vivir con ciertos sentires, puede ser el “famoso estrés”, la frustración, enojo, arrebatos, espontáneas alegrías, así como los sentires necesarios: hambre, sed, sueño, energía, ganas de ir al baño, calor, frío, relacionarse con compañeros, entre otros. Sin embargo, hay ocasiones en las que no es tan notorio un sentimiento, el cual es más profundo y requiere de una interiorización apropiada. Es aquel que se pretende ocultar, pero renace en el subconsciente y en la intimidad del ser humano. Se incrementa cuando uno se encuentra a solas.
Puede tener diversas variaciones la sensación, cada quién la padece de diferente manera, no es una ley que la experimenten todos en el planeta, pero es muy frecuente que no sea manifestada. De hecho, hay personas que mueren sin haberla externado. Otras, la disimulan muy bien y en su soledad, se derrumban. Y hay quienes, sí lo expresan abiertamente, son criticados porqué muchas veces actúan de forma impulsiva, tienden a la autodestrucción y le guiñan el ojo al suicidio, en extremos casos.
Hay una delgada línea entre aquellos que se sienten aturdidos, pero sobreviven, tienen alguna motivación (familia, trabajo, hobbies, amor, alguna sustancia nociva) que les permita continuar con el paso de los días. También, están los que viven en eterna divagación existencial, parece que son muy fríos, pero ya han resentido tanto que ya nada les sorprende (a este rubro pertenecerían los resentidos sociales), sólo van acumulando el malestar, pero ellos de igual modo sobrevivirán. Y se encuentran los que no soportarán el dolor y se arrancarán la vida.
El pasado 10 de septiembre fue el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En el planeta y en los diferentes estados de la República Mexicana realizan diversas campañas para prevenir la ejecución a uno mismo, o bien, para concientizar al entorno y se ejerza compresión y emprendimiento de medidas cautelares hacia los suicidas. Pero, no ha sido suficiente, pues la mente humana es muy compleja y por más que se intenta no se siente bien.
Análisis del existencialismo y de sus repercusiones en el hoy
Jean Paul Sartre, filósofo y escritor francés, de acuerdo a sus términos, decía que no existe una moral “a priori”, afirma que cuando se está frente a una encrucijada no se tiene a nadie y sólo se puede fiar en los propios instintos. No se puede guiar uno ni por los sentimientos, ni tampoco se pueden pedir consejos; porque los sentimientos los construye uno mismo con los actos y porque siempre se elige al consejero, que ya se sabe de antemano qué va a aconsejar.
Elegir es inventar, escribe Sartre, porque ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer. El hombre debe comprometerse y luego actuar sin esperanza, y sin ilusionarse, hará lo que pueda. Lo que no puede es no elegir pues aunque no elija, está eligiendo no elegir.
El existencialismo es un humanismo, aunque la gente se extrañaría al enlazar esas dos palabras. Lo que se puede entender por existencialismo es una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana.
Se suelen relacionar pesimismo y existencialismo, por los sentimientos que puede producir: hartazgo, desilusión, irrealidad o falta de sentido a la vida.
Este concepto pesa mucho en la actualidad, aunque sin ser analizado, pues la modernización en cuanto a los avances tecnológicos y formas de pensar, ha tenido dos vertientes: la apertura mental y la disminución de restricciones sociales, por otro lado, ha ocasionado el incremento de distracción y la desvalorización a las personas, situaciones o cosas.
Hacer arte para sobrevivir
Un mundo en el que se pretende mejoría y prestar más facilidad a las tareas humanas, empero se está perdiendo la sensibilidad y lo sublime, estas dos características continúan perpetuándose en el arte, pero hace falta que se integren en el camino cotidiano. El entorno próximamente podría ser robotizado, ya que los hombres, en ciertos ámbitos, son vistos como máquinas y no como seres humanos. Se quiera o no, la atmósfera que reina en días presentes ha sido motivo para poner mayor énfasis en el “¿Qué hago aquí?» o en el deseo de ya no vivir.
Tanta gente, tanto movimiento en las aceras todos los días, demasiado tráfico, darse cuenta de la magnificencia de uno mismo, pero también del grano de arena que uno es entre muchos, luchar por la supervivencia económica, y agregarle a ello, la dificultad de las relaciones con el otro, ya sea familiar, conocido, amigo, lazo profesional, protocolario o alguno otro tipo de enlace, puede originar una explosión interna y querer abandonar el curso del corazón.
La vida del hoy puede azorar, e independientemente de la situación académica, laboral o financiera en la que el individuo se halle, lo que importa en demasía es cómo se sienta, por qué a partir de ello dependerá sus ganas de continuar viviendo o lo contrario. Puede existir el hombre más miserable económicamente, pero muy rico intelectualmente, quizá él viva feliz con sus libros y su mundo artístico, y le restará puntos al dinero. Sin embargo, hay quien estaría muy satisfecho en casi todos los rubros si tuviera más monedas y billetes, pero no lo tiene, y puede que enriquecer su mente le importe un comino. Son innumerables los casos que si se describieran el texto sería muy largo.
La alerta ante dicho mal que aqueja a la sociedad, es que cualquier escenario que se experimente, al final, siempre afecta a la emoción, de ahí nace la importancia de la misma. Si un político obra corruptamente o se genera un escándalo sexual, financiero o de poder de una figura pública, las repercusiones serán inicialmente morales; por ende, afectarán al interior, metafóricamente al alma.
La psicología estudia a la mente humana, la actitud que se tiene ante la vida y el comportamiento inculcado por una entidad, familia o contexto social.
Para poder dar el siguiente paso, el cual será manejado en futuros textos, primero se debe entender que es muy relevante el sentir humano, en cualquier medio y tiempo. Hay personas más vulnerables, otras más resistentes. Lo que es indudable es que pese a los estudios no se ha logrado una plena eficiencia, por ejemplo, en la resiliencia.
Es una verdad acertada que es necesario otorgar y recibir educación para enfrentar el dolor, uno debe ser capaz de ser fuerte cada día, poseer una dosis de empatía para no caer en la absoluta indiferencia hacia el otro, pero siempre mantener entereza ante la muerte, una ruptura amorosa, lo inesperado y todo aquello que infunde temor y puede provocar un precipicio dentro de uno mismo.
Se recomienda y sí funciona crear arte para desenvolver profundas pasiones y que exista un desahogo, para ello se impulsa el escribir, la cinematografía, pintura o dibujo, música, teatro y todo lo que la imaginación esté dispuesta a dar para dramatizar, y hacer una representación honorífica de la vida.